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Cirque Du Soleil en Buenos Aires: charlamos con Josefina Oriozabala, la acróbata argentina que la rompe en el show

Con 29 años, Josefina Oriozabala es la única artista argentina que es parte de Bazzar, el actual espectáculo del Cirque Du Soleil en su regreso a la Argentina después de cinco años.


El número de Josefina es uno de los más sorprendentes y complejos de Bazzar, el nuevo espectáculo de Cirque du Soleil.

El número de Josefina es uno de los más sorprendentes y complejos de Bazzar, el nuevo espectáculo de Cirque du Soleil.  - Créditos: Josefina Oriozabala - Cirque du Soleil



“El título que mejor me sienta es el de acróbata, es lo que más disfruto hacer, aunque también bailo”, dice Josefina Oriozabala, para presentarse. Hoy la conocemos como la única artista argentina que brilla en Bazzar, el espectáculo que el Cirque Du Soleil está presentando en Argentina, en Costanera Sur hasta el 30 de julio.

Josefina fue gimnasta desde los 9 años, y sin venir de familia de circo, a los 17 comenzó a estudiar disciplinas circenses como aro, telas, trapecio y danza y empezó a trabajar con Flavio Mendoza en el circo Servian. Viajó y trabajó en diferentes shows de Argentina y el mundo, hizo obras de teatro, fue parte del Bailando y La Academia, y en 2018 tuvo la oportunidad de audicionar para cumplir uno de sus sueños: ser parte del prestigioso Cirque du Soleil: Apliqué, me aceptaron, saqué un pasaje a Brasil donde era la audición y me fui con una valija llena de ilusiones. Fueron varios días, muchas instancias, quería dar lo mejor. Yo me fui pensando en vivir la experiencia y si no quedaba, igual todo iba a ser ganancia. En el momento en que me dijeron que era parte, no lo podía creer. Recuerdo que me fui a caminar a la playa sin parar, justo era el atardecer, se me venían todos los recuerdos de cuando era chica, fue una mezcla de emociones que no puedo poner en palabras, lloraba de felicidad”.

¿Lo habías soñado alguna vez?

Cuando yo tenía diez años, el novio de mi hermana mayor trajo un DVD de un show de Cirque du Soleil, Saltimbanco. Pensó que me iba a gustar porque yo era gimnasta. Vi ese DVD y tuve una sensación que recuerdo hasta el día de hoy. Sentía que ellos eran una especie de humanos distinta. Me frustré porque me sentía un ser humano normal y ellos eran como de otra raza. En mi imaginario era, ‘yo no voy a poder esto porque ellos nacieron diferentes’. Con el tiempo cuando empecé a entrenar acrobacia y trabajar en circos, y entendí que era parte de la vida real, que era posible.

¿Y cómo siguió todo después que quedás seleccionada en el Cirque du Soleil?

Me mandan el primer contrato para el 2019, que fue en una compañía de cruceros, donde estuve nueve meses. Después me ofrecieron otro para el 2020, viajé a Canadá a hacer la preparación y… vino la pandemia. Ellos actuaron con mucha velocidad y nos mandaron a nuestros países de origen. Yo tenía un contrato de todo el año, éramos 200 artistas volviendo a nuestras casas. Fue duro, sentí que había llegado, tenía un show y tuve que volver a Argentina. Hice Cantando por un sueño en 2020, La Academia en 2021 y a principios del 2022 me fui a probar suerte a México. Estuve trabajando un tiempo allá, después en un barco y en enero de este año me llamaron para Bazzar. Me volvió el alma al cuerpo.

¿Alguna vez pensaste en bajar los brazos?

Nunca, bajar los brazos no es una opción. Soy súper luchadora y cabezona, cuando quiero algo voy por eso. Siento que en un punto tiene sus frutos.  Tengo una personalidad que voy a fondo, no me permito quedarme con la duda ni pensar, ‘¿qué pasaría si no hubiera hecho?…’. En la pandemia, muchos colegas se replantearon qué hacer, muchos se reinventaron. Yo no encontraba con qué. Me frustró mucho y a la vez fue darme cuenta de que este era mi camino, que no había otro.

Brillar con una de las disciplinas circenses más antiguas del mundo

El número de Josefina es uno de los más sorprendentes y complejos de Bazzar, el nuevo espectáculo de Cirque du Soleil que regresa a la Argentina con la producción de Fénix después de cinco años de ausencia y una pandemia mundial en el medio. Bazzar es un show que hace homenaje al circo de sus orígenes, y tiene una puesta en escena deslumbrante, con 30 artistas y músicos en vivo (90 en total, de 29 nacionalidades diferentes) en el marco de la mítica ‘Gran Carpa’, de 19 metros de altura y con capacidad para 2,600 personas.

Allí, la performance de Josefina impacta y honra al circo más antiguo: su disciplina se conoce como suspensión capilar o ‘hair suspension’, y es una de las prácticas circenses más ancestrales, con orígenes poco claros -algunos dicen que es oriental y proviene de China, otros de Sudamérica, pero en lo que si coinciden es que tiene mucho de espiritual-. Se trata de un acto acrobático que, como su nombre lo indica, consiste en quedar suspendido en el aire únicamente por el cabello y requiere una técnica y entrenamiento físico y mental muy fuerte.

¿En qué consiste la disciplina que elegiste?

Con la suspensión capilar básicamente me cuelgo del pelo: se hace un peinado especial donde se enganchan unas cuerditas y una argolla para que puedan levantarme de ahí de una forma específica. Todo el peso está sostenido por mi pelo, por el cuero cabelludo. Es una de las disciplinas más antiguas del circo tradicional que está resurgiendo mucho últimamente y que se empezó a incorporar en el Cirque en los últimos años. Es impactante, la gente se queda muda cuando digo que me cuelgo del pelo. Pero es una disciplina que elegí, me llamaron porque hacía eso, fue lo último que aprendí de aéreo, hace como dos años empecé a probar y me súper gustó.

 ¿Es doloroso? ¿Cómo lo entrenás?

Es doloroso. Lo que sucede es que en un momento te acostumbrás. El umbral del dolor se amplía (inevitablemente hay días que me duele más o menos), pero tenés que manejar mucho la cabeza. Tu mente es todo en ese momento. Hay un umbral del dolor que hay que pasar, entro en un momento casi meditativo. Es una disciplina muy espiritual a diferencia de otras, así me la enseñaron. Están los chakras de la cabeza, hay mucho sucediendo. Antes de salir al escenario necesito meditar, meterme en esa zona.

¿Qué sentís durante el show?

Ese momento es mágico. Por esos minutos del escenario hago todo lo que hago. Ese es el regalo. Algo del teatro y del circo es la conexión con la gente, la mirada, su energía. Pero a la vez, uno está en su mundo. Hay una burbuja, algo sucediendo en el artista que se cierra, que sentís que es tu momento. El tiempo se detiene.

¿Cómo es tu entrenamiento y un día en tu vida en el Cirque du Soleil?

Entrenamos seis días a la semana, tenemos uno libre que yo me lo tomo de absoluto descanso, es la recuperación del cuerpo. Después siempre hay función y entrenamos todos los días, cada uno según su disciplina. Tenemos un gimnasio armado en la carpa, hacemos cardio y aéreo, dos o tres horas por día y antes de la función, una hora y media de calentamiento y preparación para el número. Es un ritmo que si no tenés disciplina, no se sostiene. Y aplica a todo: entrenamiento, alimentación, dormir bien… detrás de esto hay un mundo. El cuerpo es nuestro todo y ahí se refleja lo que sale de nuestra mente. Disciplina es la palabra, nos pasa a nosotros y a los deportistas. Es un estilo de vida.

¿Y cómo conciliás la vida de circo con tu vida personal y tu proyección a futuro?

Hay algo muy mágico que sucede de poder trabajar y viajar a la vez. Bazzar cambia cada mes y medio de ciudad, así que vivimos conociendo el mundo. Para mí es algo hermoso y por unos años es esto. En algún momento querré asentarme y ver dónde echo mis raíces, pero hay gente que lo hace para siempre.

¿Qué le diría la Jose de hoy a la Jose de niña que miraba emocionada ese DVD pensando que no lo iba a lograr?

Creo que le diría "abrázate, lo hiciste". Todo el esfuerzo que hoy miro para atrás y fueron tantos años de buscarlo, de no tenerle miedo a nada. Y si lo tuve, lo guardé y seguí para adelante. Le diría que confíe en ella misma.

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