
A partir del caso de Lourdes, ex Bandana: el rol de las amigas frente a la violencia de género
Tras la denuncia de Lissa Vera en defensa de su amiga Lourdes Fernández, exintegrante de Bandana, el caso reabre el debate sobre la importancia de las amigas de escuchar, acompañar y actuar ante las situaciones de violencia de género.
25 de octubre de 2025 • 10:50

Lourdes, una ex Bandana, víctima de violencia de género: su historia abrió la reflexión sobre el lugar de las amigas. - Créditos: Archivo LN
En un mundo cada vez más individualista, donde solemos mirar hacia nuestros propios problemas, a veces olvidamos algo fundamental: prestar atención a quienes nos rodean.
“Prefiero a mi amiga enojada y viva antes que muerta y contenta” fue una frase que quedó resonando en estos días. La expresó Lissa Vera tras denunciar ante la Justicia al exnovio de su amiga Lourdes Fernández, Leandro García Gómez, a quien la cantante ya había acusado por violencia de género en 2022.
El reciente caso de la artista conocida como Lowrdez, la ex Bandana que cortó contacto con su familia y que fue encontrada gracias a la acción de su entorno más cercano, nos recuerda lo esencial que es mirar, escuchar y actuar.
Quien sufre violencia se siente cada vez más sola. Como se retrata en la miniserie Cosas por limpiar, es un pozo profundo en el que una no ve la salida, aunque la puerta esté abierta. Parte del círculo de la violencia es cortar todos los lazos: a veces con críticas directas a ese entorno, a veces a través de amenazas. Llega un momento en que nadie está cerca para tender esa mano que una siente que necesita. Este aislamiento es uno de los factores que permite que la cadena de abusos continúe. En este contexto, la mirada de alguien cercano, la alerta de un amigo o amiga que nota algo extraño, puede marcar la diferencia.
La violencia nunca tiene justificación: no hay “contextos”, ni “malentendidos”, ni “formas de amar distintas”. No hay relaciones “tóxicas”. No hay celos que sean una muestra de cariño, ni control que sea protección, ni aislamiento que sea cuidado.
Tenemos que entender que es probable que quien esté viviendo una situación así no lo registre. Porque duele mirar de frente. La lucha entre lo que se vive y lo que se desea es abismal, y en ese reconocimiento, muchas veces una pierde la autonomía para tomar decisiones. Pierde la confianza en el propio registro.
Una amiga puede notar que alguien comenzó a aislarse, que cambió su comportamiento, su humor, que dejó de responder mensajes, que modificó su actitud en el trabajo o en sus estudios. Un compañero puede alertarse si una compañera parece agotada, retraída o con miedo.
Muchas veces, lo que salva es solo una pregunta. En otras, la denuncia. En muchos casos, lo que hace que una cadena de violencia se perpetúe es el silencio de quienes estaban cerca.
Recordá que en Argentina existe la Línea 144: es un servicio gratuito, activo las 24 horas, los 365 días del año, que brinda contención y asesoramiento legal, psicológico y social. Si bien en los últimos años ha sido desfinanciado, con la excusa de que la violencia de género no existe, las profesionales que trabajan allí harán lo que esté a su alcance para ayudarte.
Si ves violencia, no te calles.
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