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Atendé tus señales de STOP: una invitación a frenar y conectar con el presente

En su editorial, nuestra directora comparte su propia experiencia al reconocer las “red flags” del acelere diario e invita a pausar, registrar el cuerpo y disfrutar del presente.


Atendé tus señales de STOP: una invitación a frenar y conectar con el presente

Atendé tus señales de STOP: una invitación a frenar y conectar con el presente - Créditos: Getty



Las invito a frenar. A dejar de vivir en piloto automático, de scrollear robóticamente y de autoimponerse tareas infinitas. Las invito a cerrar un minuto los ojos en mitad del día. Las invito a registrarse, a registrar su cuerpo y lo que les pide. Y les hago esta invitación porque primero me la hice a mí. ¡Y lo bien que me hizo decir que sí esta vez! 

Como saben, hace poquito ascendí a dirigir esta marca que tanto quiero. Y si mi vida ya venía a 100 kilómetros por hora, de repente pasé al carril rápido y aceleré a 140. ¿Se podía ir más rápido? Parece que sí se podía. La celeridad, a veces —y a mi entender esto es lo más peligroso—, trasciende a un frenético flow de pensamientos, ideas y proyectos. Pensamos demasiado. “Esto es lo que se espera de mí…”, “esto es lo que hay que hacer para…”, “si no aprovecho este momento,…”. Nuestra cabeza no se permite frenar. 

Pero quizá, como yo, tengas la suerte de percibir algunas señales que funcionan como red flags de tu propio acelere y logres aminorar la marcha. Te cuento lo que me pasó a mí este último mes. 

 

La primera señal vino con luces luminosas. Estábamos en pleno cierre —el primer cierre como directora— y ese jueves salíamos en vivo en OHLALAND! (como cada jueves a las 11 por YouTube). Con Euge Castagnino, flamante Secretaria de Redacción, veníamos atajando varias notas de último momento y, la verdad, no estábamos muy frescas para la entrevista. Pero nuestro entrevistado nos entusiasmaba. El mismísimo Carl Honoré, el escritor del best seller Elogio de la lentitud y fundador del movimiento slow, venía a nuestro cierre para despabilarnos. “¡Qué regalo!”, pensamos mientras bajábamos la escalera al estudio. Fue una hora de pausa y disfrute en medio del caos. “Correr por la vida es desperdiciarla”, nos decía Carl, entre otras cosas.

La segunda red flag llegó justo después de una jornada de trabajo que organizamos con el equipo en Hit Cowork. Nos reunimos justamente para frenar y pensarnos. Vino Sofi Geyer, especialista en neurociencias aplicadas al desarrollo creativo, para hablarnos de mindset de futuro, y arrancamos una mañana en la que nuestro cerebro no solo iba rápido, sino que viajaba al futuro, ida y vuelta, sin parar. Gaspo, nuestro editor de fotografía, dijo en chiste en un momento: “Justo que mi psicólogo ayer me había dicho que no piense en el futuro”. Y es que sí, aunque era un juego creativo, la invitación incomodaba. Pero esa no fue la señal que me dio ganas de bajarle un par de revoluciones al envión de la emoción de los nuevos inicios. La red flag vino justo después. 

Sabíamos que iba a ser una jornada intensa de trabajo, por eso queríamos cerrarla con un regalo para el equipo y llamamos a Sol Wais para que guiara un viaje sonoro. Para la experiencia, cerramos los ojos y nos recostamos para sentir las vibraciones de los distintos instrumentos. Era puro placer, pero mi cabeza no lograba desconectar. Iban y venían los pensamientos: una nota, una prueba de los chicos, un turno médico, un evento al que no iba a llegar, un regalo de cumpleaños. No había forma —y eso que los cuencos tienen un poder casi hipnótico— de quedarme en el aquí y ahora. 

 

El encuentro terminó y yo estaba feliz. Había salido genial. El equipo estaba entusiasmado, la habíamos pasado bien juntos y nos íbamos con muchas ideas para lo que viene. Pero cuando estaba llegando a casa, cayó el último pensamiento del día y acá aparece la bandera roja: ¿Por qué, si estoy tan contenta con todo lo que está pasando, no logro conectar con el aquí y ahora? ¿Por qué ya, tan rápido, mi mente elige ir como una flecha hacia adelante? Y ahí es cuando, después de tantas señales, me di permiso para ir un poco más lento, como dice nuestra nota de tapa (y también nuestra agenda 2026). 

Nadie nos corre, amigas. Ni nuestros nuevos cargos, ni nuestros futuros proyectos, ni mucho menos nuestros relojes acelerados. Vayamos un poco más despacio para descubrir que lo que estamos viviendo justo ahora también puede estar buenísimo. 

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