Día de la Madre: una mamá acompañó la transición de su hijo y lo cuenta en un libro
Julia Álvarez Dachdje es escritora y es, también, mamá de Julián, que a sus 9 años le dijo que se sentía varón. Lo pudo expresar después de que en la escuela leyeron un cuento sobre identidad de género. Julia contó la experiencia en un libro.
20 de octubre de 2024
Julia Álvarez Dachdje es mamá de Julián, que a sus 9 años le dijo que se sentía varón. - Créditos: Prensa Penguin Random House
Ese día Julia había recogido a Clara después del cole. Viven en La Plata. Iban en el auto: su hija, desde atrás, le dijo: “Ma, ¿sabías que se puede cambiar de género?” Y le contó sobre el relato que habían leído en la clase de filosofía: se trataba de Coy Mathis, que está basado en una historia real. “Yo quiero vestirme de varón”, lanzó un momento después.
“La sorpresa fue total”, recuerda la escritora Julia Álvarez Dachdje, cuando conversa con OHLALÁ! luego de que salió su libro Decime Julián: una mamá cuenta cómo acompañó la transición de su hijo (Aguilar).
Esa charla que empezó en el auto siguió en el patio de su casa. “Contame qué sentis?, consultó Julia. “Ma, quiero, además de vestirme, hacerme varón. Capaz que en realidad quiero ser varón”. Contó que desde los 5 años venía sintiendo esto, pero que recién hoy, cuando lo habían conversado en la escuela, había podido entender qué le pasaba. Así de importante es habilitar los temas que propone la ley de Educación Sexual Integral (ESI).
Fue entonces cuando esta madre empezó a acompañar la transición de su hijo, que al descubrir qué sentía y al estar tan seguro de lo que él era, no se detuvo y se dispuso a pedir lo que necesitaba para su vida. “Ma, decime Julián”, “Ma, cuándo me va a cambiar la voz?, “Ma, después del hospital me puedo cortar el pelo”, “Ma, le contaste a papá?, “Ma, me comprás una malla”? Son algunos de los capítulos que van reflejando las demandas de un hijo que no iba a esperar más para asumir su verdadera identidad de género.
El libro permite pescar el desconcierto de Julia, que sobre todo necesitaba información para afrontar este planteo (está separada del padre de Julián, así que le tocó a ella sola escuchar), pero también revela que esta mamá nunca dudó en acompañar. La determinación que veía en su hijo le daba fuerzas y certezas también a ella.
- ¿Recordás cómo fue tu primer Día de la Madre de Julián?
- Ese primer día fue distinto. A partir de esa fecha vivo más movilizada el Día de la Madre, que no es un festejo más. Por todo lo que pasamos, siento que se hizo carne en mí la madre que había, como que a partir de ahí es diferente porque se cargó distinto ese rol de madre también, que no es solo un título.
- En el libro se narra el primer cumpleaños de Julián como varón, que también fue especial, con ciertos miedos de tu parte. ¿Cómo lo viviste, qué aprendiste desde ese día?
- Podría hacer el paralelismo con el Día de la Madre. La del cumple fue una celebración más sentida que antes también, pero sobre todo porque ahí también ves la carga que hay con respecto al género en un festejo; entonces fue despojarme de un montón de cuestiones y es como empezar de nuevo, como si fuera el cumpleaños número uno: porque desde la torta, el tipo de festejo, la ropa que se iba a poner, cosas que por ahí uno piensa que no tienen gran trascendencia y, sin embargo, tiene mucha carga. Entonces ir a una casa de cotillón y lo que miraste durante los 9 años en que tuviste una hija ya no va, necesitás elegir un motivo de varón. Recién ahí noté lo de buscar cosas “de varón”. Después el tema de la pileta, porque él quería festejar ahí. Así que sus compañeros celebrando en la pileta, se dio todo junto, fue todo muy, muy... fue a los dos meses. Era todo muy fuerte para haber sido tan pronto y, bueno, eso era como el primer cumpleaños de mi hijo, el primero.
Decime Julian, de Julia Álvarez Dachdje. - Créditos: Prensa Penguin Random House
- Hay un momento del libro con el que cerrás el capítulo del cumpleaños en el que decís que “ninguno vio a Clarita en tetas, sino que todos vieron a Julián en cuero”: ¿la exposición de tu hijo te preocupaba?
- Justamente ese era un mambo que yo traía, que creo que es un poco por madre y un poco por la generación en la que nos criamos nosotras. Y ahí ves la naturalidad de ellos, de los jóvenes, que lo viven de otra forma. Yo tenía los prejuicios, somos hijos de los 90, venimos chipeados de otra forma.
- Como mamá en el libro, si bien lo que más se nota es tu acompañamiento hacia Julián, hay momentos en que se filtra tu angustia, tus incertidumbres: ¿cómo fue atravesarlo y mantenerte fuerte para tu hijo a la vez?
- Es la parte más difícil, porque es fingir y actuar para generar esa seguridad que él necesita y que va a acompañarlo en los próximos años. Entonces, yo no podía dudar, no podía caer, no podía nada, es algo que me guardaba para mí. Nosotros tenemos un vínculo en el que hablábamos todo, pero en ese caso había muchas cosas que tenía que guardarme para protegerlo de eso, yo pensaba que tenía que ser así.
- ¿De dónde creés que sacabas esa fuerza para acompañarlo en esta transición?
- De la seguridad que él me daba, eso hacía que yo lo acompañe y después un montón de otras cosas que se mezclan. Yo no quería que me viera dudar o llorar, porque en realidad yo sabía que lo que tenía que hacer era acompañarlo y me parece que es un poco el amor de madre y el despojarse de esas cosas. A mí me tocó con esto y a otras mamás les toca con una enfermedad u otra cosa. Yo creo que las mamás siempre sacamos de donde no tenemos cuando es una cuestión de hijos o de las hijas.
A Julia el deseo de su hijo le llegó con la certeza de acompañarlo, pese a que el tema trans le era ajeno, lo desconocía por completo: no había leído nada sobre eso, no conocía a nadie cercano que lo hubiera atravesado. Sin embargo, le salió la escucha, con esa primera conversación en el auto y luego después: llegaron a casa y fue: “Hablemos”. Hubo allí sabiduría y amor.
- Lo sentí así. Creo que es el camino difícil o parece el camino difícil en un principio, como por ahí pareciera más fácil ir para otro lado, el tema es que a veces mirar para otro lado trae las peores consecuencias. En este tema y en otros. Entonces, hay que hacerse cargo de lo que está pasando. Si bien en el primer momento empiezan las preguntas que yo le hago dudando de que eso fuera verdad, porque en mi interior yo quería que fuera mentira, en realidad cuando todo eso salió fue la certeza total. Entonces, listo: hay que acompañarlo.
A Julia la transición de su hijo le llegó con la certeza de acompañarlo, pese a que el tema le era ajeno. - Créditos: Prensa Penguin Random House
- ¿Su planteo de su identidad te llegó muy por sorpresa o ahora haciendo retrospectiva vos ya veías que había algo que ya habías visto en ese sentido, algo que en tu hijo no encajaba?
- No, vino totalmente por sorpresa. O sea, podía ser una nena que jugara al fútbol, por ejemplo, eso le gustaba, pero para mí era eso, una nena que jugaba. Ella se vestía con ropas de lo que llamamos femenino, como calzas. Me tomó recontra de sorpresa, fue un shock.
- En la conversación en el patio entre ustedes dos, ¿notaste que ella, o ya él digamos, empezaba a sentir un alivio darse cuenta de su identidad y poder contarte?
- Sí, para mí fue eso y fue muy conmovedora la charla. Se abrió en ese momento y al mismo tiempo yo no sabía cómo gestionar todo lo que estaba pasando, pero bueno, creo que está bueno habilitar ese tipo de charlas en la familia. Para mí fue difícil porque él venía a decir, me pasa esto y quiero esto con total claridad. Y sentía que me hablaba en otro idioma así que fue empezar a investigar y todo fue un proceso, que duró una semana, porque enseguida él empezó a pedirme cambios.
Julia cuenta en el libro que su hijo, en esa charla, le contó que desde los 5 años se sentía así, con una identidad de género masculina. Cuando lo pudo saber, ponerle nombre y verbalizar empezaron sus preguntas. El libro se estuctura en capítulos que dan cuenta de esas preguntas.
“En realidad, eso que venía sintiendo él, lo pudo poner en palabras ese día porque escuchó ese cuento en el cole. A él se le aclara todo lo que le venía pasando: me lo dice y ya está, ya lo tenía resuelto, sabía que venía el corte de pelo, el cambio de nombre, de ropa, todo lo demás.
La escritora Julia Álvarez Dachdje en la última feria del libro de Buenos Aires. - Créditos: Instagram
- Leí y escuché testimonios de que, muchas veces, los chicos trans, antes de poder contarlo, suelen ser personas tristes o que desarrollan alguna afección defensiva: ¿algo de eso le sucedía a tu hijo?
- Al contrario, era una persona súper alegre y es, o sea, llena de amigos. En el colegio lo conocen todas las maestras, es algo con todo el mundo, va por la calle y saluda a mucha gente. Lo que sí que es que los últimos meses, algo que yo no lo sabía, las maestras me comentaron que estaba medio caída, se sentaba al fondo, no hablaba y ahí empezaron a entender que era algo, que ya no estaba tan cómodo con su propio ser. Pero sino es una persona súper sociable.
- ¿Cómo fue la situación de atravesar la transición de tu hijo en la escuela?
- Lo primero, es que en este caso fue fundamental que en el colegio trataran la ESI, justo que ahora se ocupan de desvirtuar lo que significa la ley de educación sexual integral, que no es un demonio ni nada, al contrario, es conocimiento y ayuda incluso a identificar abusos, a que ellos se vinculen sanamente con las personas, a entender cuestiones de género también.
Y la predisposición de la escuela siempre fue buena, pero había mucha falta de información y ahi te das cuenta de que hay una ley que hace un montón está vigente (Ley de Identidad de Género, de 2012) y no se sabe cómo actuar en muchas cosas. El deporte, los baños, un montón de temas que son todavía charlas que se deben en la escuela primaria para que haya lineamientos más claros de qué hacer, sino todo lo van resolviendo a raíz de que vamos viendo algún caso que lo requiere. Una modificación podría ayudar a otros alumnos que vengan después. Así que es una lucha constante con cada tema.
- ¿Cómo fue llegar con este tema al resto de la familia?
- Afortunadamente la familia acompañó mucho, entendió, también sintió como esa certeza, de que lo que estaba diciendo era real. Con el papá costó bastante, hasta que aceptó. Pero después con amistades y casi todas las personas de alrededor acompañaron. Entiendo que no en todos los casos de chicos trans es así, pero está bueno también me parece contar estas reacciones buenas, porque en realidad es como yo creo que deberíamos transitarlo.
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