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¿Es bueno el colecho?: 8 recomendaciones para un sueño seguro 

El colecho con los hijos es una práctica no recomendado por especialistas. Como es algo que muchas familias llevan a cabo, una experta ofrece pautas para que -si se lo lleva adelante- sea lo más seguro posible.


El sueño del bebé es muy importante: especialistas desaconsejan el colecho.

El sueño del bebé es muy importante: especialistas desaconsejan el colecho. - Créditos: Getty



El colecho es la práctica de dormir en la misma cama con otra persona. Pero en general, cuando hablamos de colecho nos referimos a una persona adulta (que puede ser una mamá, un papá o un cuidador) durmiendo con una infancia.

Es una práctica ancestral muy común cuando éramos nómades. Al dormir en un sitio abierto todas juntas, las personas se acompañaban y se protegían entre ellas de los peligros, lo que aumentaba las posibilidades de sobrevivir. Aun hoy, el ser humano es un ser social y solamente sobrevive si está en sociedad y en contacto con otros seres humanos.

Sin embargo, en nuestra sociedad occidental se suele condenar mucho la práctica del colecho con los hijos (a pesar de que los adultos sí dormimos con nuestras parejas). 

“Se duerme mejor cuando uno está con personas queridas. Pero los mandatos presionan para separar rápidamente a los bebés de sus familias y fomentar una autonomía que no está”, explica Sabrina Critzmann, médica pediatra y puericultora. 

 

Frases como “tiene que hacerse independiente”,  “tiene que estar solito en su cuna” o “tiene que aprender a estar solo” van en contra de la fisiología y de lo que nos dicen las neurociencias sobre cómo se desarrolla el cerebro infantil.

Hoy sabemos que el cerebro infantil necesita presencia permanente del adulto durante muchas semanas de esa vida; mucho contacto para ir creciendo e ir desarrollando conexiones neuronales saludables y satisfactorias que, justamente, van a permitir que esa persona vaya adquiriendo autonomía a medida que vaya creciendo; que vaya pudiendo interrelacionarse con otras personas por fuera de su familia y construyendo nuevos vínculos desde la seguridad de haber tenido un vínculo saludable con su propia familia. 

Todo esto nos hace pensar que el colecho es una práctica muy lógica y deseable. Sin embargo, no es así. La especialista explica que, por la manera en la que dormimos en la sociedad occidental, el colecho no solamente no es la opción más segura para las infancias, sino que al día de la fecha ninguna sociedad pediátrica la recomienda.

Lo que sugieren las sociedades científicas, en cambio, es la cohabitación hasta los seis meses o un año de vida. Es decir, que el bebé duerma en la misma habitación de sus mapadres o de sus cuidadores hasta que cumpla esa edad. Y para esto se puede usar una cuna tradicional o una cuna colecho, a la que le falta uno de los laterales y se fija a la misma altura que la cama (como si fuera una continuación).

Colecho: ¿por qué se lo practica si está desaconsejado?

Hay familias que practican el colecho: los riesgos.

Hay familias que practican el colecho: los riesgos. - Créditos: Getty

¿Por qué, si no está recomendado por los especialistas, algunas familias deciden practicar el colecho? 

A muchas familias les resulta más sencillo tener al bebé en la cama y no tener que estar yendo y viniendo a su cuna. Por otro lado, hay estudios que indican que favorece la lactancia. Por eso, si bien las sociedades científicas no recomiendan el colecho, sí recomiendan amamantar en la cama (acostándolo después en su cuna).

“También se vio que cuando un bebé está en contacto con el cuerpo de su mamá, se sincronizan las respiraciones, el ritmo cardíaco y los micro despertares entre ellos; estos son factores protectores para la muerte súbita”, resalta Sabrina, que también es consultora en lactancia y porteo, diplomada en el método Madre Canguro.

El síndrome de muerte súbita del lactante se caracteriza justamente por la muerte inesperada e inexplicable de un bebé. Generalmente se da en menores de 6 meses y todavía se desconocen las causas: no se sabe si tiene un origen genético o tiene que ver con lo ambiental. Pero sí está comprobado que hay factores protectores (como la lactancia) y factores de riesgo (como el tabaquismo, ya sea durante el embarazo o en el ambiente en el que vive el bebé).

Pautas para un colecho seguro

Debido a que muchas familias optan por practicar el colecho, las sociedades científicas ofrecen pautas para un colecho seguro (a pesar de que no lo recomiendan).

Algunas de estas pautas son:

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    Evitar las almohadas, los almohadones y los niditos de contención (uno de los objetos más peligrosos para el bebé incluso cuando está en su cuna, ya que representa un riesgo de asfixia), las chichoneras y las mantas o frazadas (ya que el adulto puede taparse y sin querer tapar también la cara del bebé). Por otro lado, el colchón no debe ser mullido.

  2. 2

    El colecho nunca se debe practicar en una superficie que no sea la cama (como el sillón, por ejemplo), porque el bebé se puede caer.

  3. 3

    Está absolutamente contraindicado (porque es realmente peligroso) en las familias que tienen bebés prematuros, de muy bajo peso o con alguna condición crónica específica.

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    También hay condiciones de los adultos que llevan a que el colecho esté contraindicado. La más frecuente es uno de los factores de riesgo más importantes para el síndrome de la muerte súbita: el tabaquismo de alguno de los mapadres, aunque fume afuera o solamente en el trabajo, porque el humo de tercera mano (las sustancias químicas que quedan en la piel, el pelo, la ropa y los tapizados) produce ciertas reacciones en el cuerpo y en los vasos sanguíneos que irrigan el cerebro que generan mayor riesgo de muerte súbita en ese bebé.

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    Lo mismo pasa con el consumo de otras sustancias (como la marihuana o el alcohol), aun cuando sea ocasional y en pocas cantidades, porque se pierde gran parte de los reflejos. El alcohol y la marihuana llegan al cerebro y hacen que el sueño sea más pesado, algo que podría provocar un riesgo de aplastamiento o asfixia de esa infancia.

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    Si alguno de los adultos tiene apneas de sueño (cuando por diversas condiciones de salud cuesta que el oxígeno llegue al cerebro durante el sueño) o si toma alguna medicación que induce muy profundamente el sueño, el colecho también está contraindicado porque puede ser muy peligroso.

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    Como uno de los peligros más importante tiene que ver con el aplastamiento y la asfixia, se deben extremar los cuidados para que el bebé no quede entre el colchón y la pared (no hay que dejar ese espacio). Tampoco puede haber superficies blandas u objetos en la cama. Ni siquiera mantas: hay que buscar otra manera de taparse, porque realmente es muy peligroso (sobre todo si son bebés pequeños).

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    No se recomienda el colecho con varios hermanitos. Los más grandes tienen un sueño muy diferente al del adulto, es un estado de alerta muy distinto. Y podrían llegar a rodar, moverse y hacer que una parte de su cuerpito quede sobre la carita del bebé, provocando así una lesión no intencional grave. 

En cuando al tiempo, la especialista explica que no hay una edad límite. Eso es algo que tiene que decidir cada familia. Pero sí remarca que los chicos no se hacen más dependientes ni caprichosos porque colechen, o porque no. Y subraya, por sobre todas las cosas, la importancia del contacto, que siempre debe estar presente (haya colecho o no): hacerle upa, acompañarlo, responder a sus llamados, ir a buscarlo cuando llora.

“El sueño de las infancias es un proceso neurológico que va madurando, y lo hace aproximadamente hasta los 6 años: no duermen como adultos porque no son adultas (y no lo van a hacer hasta los 6 años, por lo menos). Va a haber muchos despertares nocturnos y eso no tiene que ver con que coleche o no coleche, si toma teta o no toma teta; sino que tiene que ver con que es una infancia”, explica Sabrina.

 

Entonces, si el bebé se despierta de noche, no es por algo que están haciendo mal los mapadres. Pero hay cosas que sí podemos hacer para ayudarlos. Por ejemplo: apagar las pantallas (todas) unas horas antes de ir a dormir; airear y oxigenar los ambientes, abrir la ventana y dejar que entre el aire puro; acompañar en los momentos de sueño a los bebés y, sobre todo, ofrecer ese contacto que les da seguridad.

Hay que entender que no nos llaman porque son caprichosos; sino que realmente nos necesitan (no saben que estamos ahí). A medida que van creciendo eso va cambiando y se van haciendo más autónomos. 

Experta consultada: Sabrina Critzmann. Médica pediatra y puericultora. Docente universitaria, directora de la Escuela Argentina de BLW y autora de los libros Hoy no es siempre y Comer y criar. IG: @sabrina.pediatriaypuericultura

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