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Día Internacional de Lucha contra los TCA: "Soy mamá de una adolescente con un trastorno de alimentación"

En el Día Internacional de la Lucha contra los TCA, te compartimos la experiencia de una mamá que nos cuenta en primera persona: tiene dos hijas mellizas de 15 años, una de las cuales está atravesando un trastorno de alimentación. “Mamá, la gente tiene que saber de esto”, le dijo su hija.


Los pies de una mujer sobre una balaza y un centímetro en primer plano.

Día Internacional de la Lucha contra los Trastornos de la Alimentación. - Créditos: Getty Images



Hoy se conmemora el Día Internacional de la Lucha contra los TCA y lo primero que voy a decir es que, como periodista, esta es la nota que más me costó hacer en mi vida, ya que la entrevistada soy yo misma, madre de dos hijas mellizas de 15 años, una de las cuales hace un tiempo está atravesando un trastorno de alimentación (TCA). Lo segundo, es aclarar que esto es solo un testimonio, y que intento contar nuestro recorrido como familia, aun sabiendo que cada caso puede ser diferente. Así que acá me encuentro, poniendo más corazón que cabeza, enfrentando mis propias resistencias y desafiando mi incomodidad, confiando en que hablar de esto puede ser un gran aporte para visibilizar este tipo de trastornos. 

Asimismo, fue mi propia hija la que me dijo: “Mamá, la gente tiene que saber de esto”. Entonces, eso me dio la fuerza para exponer nuestra historia porque estoy convencida de que el mejor antídoto es levantar la voz. Por eso, de esto sí se habla.

Liza Martínez Prieto junto a sus dos hijas.

Liza Martínez Prieto junto a sus dos hijas. - Créditos: Gentileza

¿Qué son los TCA?

Los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) “se definen como enfermedades de origen emocional, pero que afectan el estado nutricional del paciente”, nos explica la Dra. Viviana Buiras. Es decir que un TCA es básicamente un padecimiento subjetivo, es el cuerpo físico manifestando lo que no podemos nombrar. Los más conocidos son anorexia, bulimia, obesidad y vigorexia, entre otros. El denominador común es la alteración de la imagen corporal y el intenso temor al aumento de peso. Afecta a personas de ambos sexos y de todas las edades, aunque es más frecuente en mujeres adolescentes (de cada 10 casos, 9 son mujeres). Pueden causar daños en el aparato digestivo, el corazón, los huesos, los dientes y la boca y derivar en otras enfermedades. También están ligados a los trastornos del estado de ánimo y los trastornos obsesivo-compulsivos.

 

La Dra. Buiras nos explica que “en general puede haber un estado de cuadros restrictivos donde el paciente va a experimentar pérdida de peso, la característica fundamental es la intensa preocupación por su peso con una severa alteración de la imagen corporal, va a hacer todo lo posible para perder peso y, aun habiéndolo perdido, no logra verse de la forma que desea y no encuentran el límite”.

Agrega: “En otros casos, los TCA se caracterizan por una alimentación más de tipo compulsiva, donde a veces puede haber atracones que son episodios en los que en muy poco tiempo se consume una gran cantidad de alimentos, sin control de esta situación. En algunos pacientes, van acompañados después de una compensación del tipo de una purga o de un aumento del ejercicio y siempre con una gran angustia sobre estos hechos".

¿Cómo me di cuenta?

Liza Martínez Prieto junto a una de sus hijas.

Liza Martínez Prieto junto a una de sus hijas. - Créditos: Gentileza

Ah, esa es la pregunta del millón. Y, no es tan fácil darse cuenta porque ocultan, se esconden y también mienten. Observar detalles, más allá del paulatino cambio físico que muchas veces queda “camuflado” con las ropas oversize y la intimidad adolescente, que ya no nos permiten ver sus cuerpos. Algunas conductas que empiezan a cambiar, como ir sistemáticamente al baño apenas terminan de comer, no mostrar su cuerpo, o dar vueltas con la comida con excusas de “ya comí algo antes”. Tener sospechas de que no hay menstruación. Entonces, empezar a mirar más fino.

En mi caso, llegó un momento en que le pregunté directamente. Agradezco que me dijo la verdad y agregó: “Yo me quiero curar”. Eso es un montón, realmente se entregó a recibir ayuda.

¿Qué hice cuando esto salió a la luz?

Liza Martínez Prieto junto a sus dos hijas.

Liza Martínez Prieto junto a sus dos hijas. - Créditos: Gentileza

Pedir ayuda es fundamental, y no hay que perder el tiempo. Rodearse de un equipo multidisciplinario de profesionales especializados en trastornos de alimentación y en adolescentes. Preguntar, averiguar, asesorarse bien adónde ir. Es importante que sepamos que no se sale de esto solo.

No alcanza con el amor de madre ni la buena voluntad, es una enfermedad compleja que nos excede. Debemos contar con profesionales de la salud mental y también con pediatra y nutricionista (en algunos casos, también otros especialistas como gastroenterólogo, cardiólogo, ginecólogo y odontólogo).

“Es fundamental la importancia de la sospecha y del diagnóstico precoz, porque eso hace mucho al pronóstico. También destacar lo fundamental del trabajo en equipo, no sólo de los profesionales sino también de incluir a la familia en ese tratamiento como equipo de ayuda”, expresa Viviana Buiras. Yo agrego: y los amigos.

Debemos tener en cuenta que tienen contraindicada la actividad física porque no pueden perder peso, por eso es fundamental acudir a otras actividades que ayuden a poner luz y a expresar, mediante otras herramientas, lo que les pasa: desde masajes shiatsu hasta expresiones artísticas y recreativas como pintar mandalas, hacer rompecabezas, lettering, aprender guitarra y canto. Todo lo que sea terapéutico, ayuda a sanar. Generalmente tienen una obsesión por cocinar, pero no prueban lo que preparan.

Hablemos de salud mental

¿Cómo saber cuando alguien está mal anímicamente, cómo saber la dimensión de su malestar? Es lo que siempre me pregunto yo, que no soy psicóloga. Sobre todo en la adolescencia, que se caracteriza por los cambios abruptos en los estados de ánimo y con el fenómeno “pandemia” que exacerbó algunas conductas de replegamiento y de mayor consumo de redes sociales.

Desde “afuera” no es tan fácil mensurar si son cosas de la edad o si pasa algo más. En la salud física, es más sencillo observar. Podemos ver si se quebró una pierna, si hay que operar, enyesar y luego hacer rehabilitación. Está ahí, a la vista, te hiciste bolsa la pierna. Pero ¿cómo poder captar tristeza y soledad o, mejor dicho, cómo medir la dimensión de esa tristeza? 

El iceberg por debajo: la verdadera recuperación

Dicen que la porción del iceberg que se encuentra sumergido es del 89%, es decir que sólo vemos el 11 % de su totalidad. Creo que ahora nos encontramos yendo hacia lo profundo. Todo lo “visible” se puso en orden y eso es un gran alivio. Pero el aprendizaje es constante porque a veces se avanza y también se retrocede.

“En los pacientes que ya están en recuperación -dice Buiras- es muy importante el acompañamiento familiar y del entorno en general porque muchas veces en la recuperación del trastorno alimentario, si lo que predominó fue el descenso de peso, en la recuperación se puede atravesar un período donde ese peso aparentemente sube de una forma no deseada. Entonces, a veces una opinión de afuera diciendo con la mejor intención “qué bien que estás”, el paciente lo va a tomar como que se lo está juzgando, como que se le está diciendo que aumentó de peso y eso puede hacer recrudecer síntomas".

Por eso, explica, "el acompañamiento es siempre sin poner el foco en lo físico; hay que dejar de hacer eso de evaluar a las personas en función de su peso y de su físico y, sobre todo, en un paciente que está atravesando un TCA donde las cuestiones relacionadas con la salud, el peso y el cuerpo deben ser muy respetadas y dejadas en manos de los profesionales".

Entender los procesos

No hay un manual de uso para aprender a ser padres y mucho menos para situaciones complejas como estas (¡avisen si alguien lo encontró!). Cuando hay progreso, también debemos entender que no es absolutamente lineal, tiene muchas idas y vueltas, con recaídas. “Debemos entender que los tiempos son largos, llevan como mínimo un año y medio de tratamiento. Entender que demanda mucho esfuerzo y mucha paciencia y que la evolución va a depender de un montón de cosas”, comenta Viviana Buiras.

El camino es largo, a veces sinuoso y lento. Paso a paso, entendiendo que aunque vamos hacia adelante, no es una línea ascendente, sino zigzagueante, a veces sinuosa y escarpada, otras amesetada y tranquila, con avances y retrocesos como la vida misma.

¿Y ahora cómo seguimos?

Primero, abramos conversación. La salud mental es un gran agujero negro del que no se habla mucho, todavía existe tabú alrededor y es tan importante como la salud física. El terreno fértil para que se genere un TCA es multicausal. Factores tales como baja autoestima, inseguridades sobre el propio cuerpo, estereotipos de belleza, comentarios innecesarios sobre los cuerpos (cuando no se pide opinión), comparación con otros, empezar a contar calorías son algunos de los signos de alarma que debemos identificar.
La buena noticia es que “los TCA se pueden evitar mediante el refuerzo de autoestima y amor propio, aceptando y valorando el propio cuerpo, rodeándose de personas que te hagan sentir cómodo y evitando tener conversaciones tóxicas que giren alrededor de la imagen, sobre todo no aceptar opiniones si uno no las pidió”, esto respondió mi hija de 14 años cuando le hice esta pregunta. Démosle voz a nuestros hijos mientras los abrazamos, creo que es un buen comienzo ir por ahí.

Poesía de mi hija

¿De verdad soy así? ¿o es lo que yo percibo?
Me parece que soy buena 
Aunque llore por todas mis penas,
Espero que los demás piensen que soy agradable,
Para calmar mi mente y la presión social que me produce el ambiente 
Lleno de gente con sus mentes en funcionamiento en cada momento,
Mi mente no ayuda, sólo madruga 
Pensando en todas las cosas que creo que hice mal 
Y ahora quiero decir, que éste es el final del sufrimiento,
Voy a dejarme llevar por el viento, ser libre en todo momento y reír cuando me tiento.

¿Cómo puede ayudar un adolescente si tiene un amigo con TCA?

Esto es lo que respondió mi hija, algo que da cuenta de la importancia de que se ayuden entre pares. 

La clave principal es no juzgar ni exigir: no acusar ni presionar, ser comprensivo y empático, pero tratar de convencerlo de que le cuente a un adulto para pedir ayuda (ya sea un familiar o un médico o psicólogo).

Es importante entender que las personas que tienen un TCA no decidieron tenerlo ni lo hacen a propósito, aunque se lo provocan. Suena contradictorio y por eso a veces cuesta acompañar el proceso. Cuando tenés un TCA sentís que no podés salir de esa frustración, de ese nudo en la garganta. Es una enfermedad difícil de atravesar y haría lo que sea para no sufrir eso.

Creo que no es fácil recuperarse de un TCA, no se soluciona con que te digan que comas o que no vomites o que no comas tanto, según cuál sea. Es mucho más complejo que eso y genera tristeza, soledad, aislamiento, frustración y enojo.

Quería mencionar que, cuando alguien tiene un TCA, luego de comer, es imposible que no sienta culpa por lo que consumió y que no lo atormenten esos pensamientos. Es como una voz que te atormenta luego de cada comida y que no te deja estar en paz. Y cuando te das cuenta de que te estás mejorando, que el tratamiento hizo efecto, te sentís horrible porque el TCA te hace querer estar mal, no querer mejorar. Y todos te dicen que estás mejor, que no estás gorda, te preguntan por qué querés ser tan flaca si nunca fuiste gorda. Ellos no ven lo que nosotros vemos en el espejo, algo completamente distinto, un reflejo que no nos gusta y nos hace sentir mal, feos, con un vacío.

Cuando algunos (con buena intención) te dicen: “te veo mejor”, “dentro de poco te va a quedar bien la ropa, como antes”, eso nos hace sentir peor porque la idea de pensar en aumentar de peso da miedo, terror, nos asusta mucho y por eso tenemos que trabajar el amor propio desde chicos.

EXPERTA CONSULTADA
VIVIANA BUIRAS. @vivitabuiras

Médica Pediatra, Especialista en Nutrición Infantil y Adolescentes.

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