
¿Tu hijo tiene fiebre? Qué hacer (y qué no) para acompañarlo con calma
Lejos de ser una enemiga, la fiebre es una aliada del cuerpo en su proceso de recuperación. Entender cómo funciona, cuándo consultar y cómo acompañar a nuestros hijos con calma puede cambiar por completo la manera en que atravesamos estos episodios.
7 de julio de 2025 • 12:35

¿Tu hijo tiene fiebre? Qué hacer (y qué no) para acompañarlo con calma - Créditos: Getty
Hace algunos años nos medían la temperatura con termómetros de mercurio, y pacientemente esperábamos que la rayita roja dictaminara si teníamos o no fiebre. Hoy, en cambio, los termómetros infrarrojos o digitales nos brindan el resultado en cuestión de segundos. Me pregunto si acaso esa inmediatez se traslada también a nuestro apuro para tratar la fiebre de nuestros hijos.
Es por eso que, en este artículo, les propongo entender la fiebre para calmar nuestras ansiedades y poder acompañar a nuestros bebés de la mejor manera.
¿Qué es la fiebre?
Por lo general, la fiebre es la respuesta de nuestro cuerpo ante una infección. Se considera fiebre cuando la temperatura supera los 38°. Pero la temperatura no es lo único que aumenta.
El corazón acelera sus latidos y la frecuencia respiratoria también crece. Esto último es una respuesta natural del cuerpo que tiene como objetivo hacer llegar los glóbulos blancos, los encargados de defendernos, al sitio de la infección.
Policía y ladrón
Una manera fácil de entender a la fiebre es pensarla como una persecución entre un policía y un ladrón. La infección suele ser causada por virus, y en algunos casos por bacterias, siendo estos los ladrones. La fiebre es la alarma que se enciende, para activar a nuestra policía, los glóbulos blancos, que viajan por nuestro cuerpo rápidamente aumentando los latidos del corazón y la frecuencia respiratoria, en busca del ladrón.
En las primeras horas resulta difícil encontrar la causa, foco, o en este caso ladrón. Pero, luego de dos días de fiebre, pueden aparecer los primeros síntomas que nos ayudan a entender qué cuadro estamos tratando. Si aparece diarrea, en ese caso hablamos de una gastroenteritis, o si se presenta una garganta roja, puede tratarse de una faringitis, y así las pediatras vamos achicando el espectro de posibles infecciones.
¿Cuándo debo considerar a la fiebre una urgencia?
Si tu hijo o hija tiene menos de 3 meses siempre se debe tratar de urgencia y se tiene que consultar con un médico en el momento.
Si tiene más de 3 meses, se aconseja esperar las primeras 48-72 horas de fiebre. Mientras aguardamos en casa podemos registrar cada cuanto sube la fiebre (anotando horario y temperatura para llevar un registro). A veces antes de las 48 horass aparecen síntomas que sí ameritan ir a la guardia, como por ejemplo un cambio de coloración alrededor de boca y/o extremidades, la presencia de dificultad respiratoria, tendencia al sueño, decaimiento marcado o signos de deshidratación. Si luego de 48 horas los picos de fiebre no empiezan a espaciarse, también se recomienda llevar al niño a la guardia.
¿Hace falta bajarla siempre?
No. La fiebre en sí misma no es peligrosa. El gran temor suelen ser las convulsiones febriles, pero éstas no están relacionadas directamente con los grados de temperatura, sino que más bien tienen que ver con una predisposición del niño a tenerlas o con antecedentes familiares. De hecho, las convulsiones afectan a alrededor de un 5% de la población infantil*.
Así que, los grados (38°, 39° o 40°) no implican gravedad ni riesgo de convulsión ¡Claro que es una situación que asusta! Y en caso de que sucedan, tienen que consultar en la guardia.
¿Cuándo se va?
¡Paciencia! La fiebre no es estática y es una respuesta adaptativa. Por lo general los primeros días sube y baja cada 4 o 6 horas aproximadamente y a partir de las 48 horas los picos se empiezan a espaciar hasta desaparecer.
¿Hace falta medir la temperatura de rutina?
No, únicamente si notás a tu bebé calentito. Recordá medirle la temperatura después de desabrigarlo, y si confirmás la fiebre, es ideal llevar un registro de su curva térmica. Te aconsejo que anotes el horario de la toma de medicación y la temperatura en distintos momentos del día ¿Por qué? En primer lugar, porque cualquier pediatra te lo va a preguntar, y en segundo, porque nos ayuda a entender mejor el cuadro.
¿Cómo ayudo a mi bebé?
Dado que la fiebre deshidrata, es importante ofrecerle mucho líquido (agua o teta) y controlar que haga pis. Por otro lado, los procesos infecciosos suelen quitar el apetito, así que es esperable que no quieran comer. En ayurveda se recomienda comer poco para poder eliminar las toxinas (en los adultos incluso ayunar).
Se pueden usar antitérmicos (ibuprofeno o paracetamol) pero no curan el cuadro, sino que ayudan a bajar la fiebre y dar confort. Podemos sostener el proceso con cuerpo, paciencia y contacto, esperando que la fiebre haga su trabajo. Los mimos, el contacto, y la teta suelen ser grandes aliados en días o noches con fiebre.
Pero acordate: no hace mal tener fiebre, es una respuesta natural del organismo a alguna infección o inflamación. Nuestro intento por bajarle la temperatura debe ser en la búsqueda de hacerlos sentir mejor.
“Después de un episodio febril, lo veo más grande”
He escuchado que muchas familias notan un cambio en sus hijos luego de haber pasado por un cuadro febril. “Lo veo más grande” dicen, con relación a su desarrollo: empiezan a gatear, a caminar o a hablar. Aunque científicamente no está comprobado, hay una corriente filosófica, la antroposofía, que considera a la fiebre como un proceso de autocuración. La perspectiva espiritual de dicha corriente considera que la fiebre es un proceso catabólico, mediante el cual se transforma lo heredado y se da la oportunidad para la construcción de nuevas proteínas individualizadas.
En HAND Primeros Días una de las consultas que recibimos con mayor frecuencia es por fiebre. En definitiva, comprender la fiebre como un aliado, y no como un enemigo, nos permite atravesar estos episodios con mayor calma para sostener y acompañar a nuestros hijos en su proceso de recuperación.
*García Ron A, Arriola Pereda G. Convulsiones febriles. Protoc diagn ter pediatr. 2022;1:379-385. Consultar el artículo en este LINK.
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