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Relaciones: cuál es el impacto de que tu pareja no sea prioridad

Alimentados por los viejos conceptos de relaciones, muchas personas creen que la pareja debes ser prioridad. Pero, ¿qué pasa cuando desafiamos ese concepto?


Cuando tu pareja no es prioridad: ¿es positivo?

Cuando tu pareja no es prioridad: ¿es positivo? - Créditos: Getty



Puede sonar fuerte o polémico, pero no siempre la pareja es el centro de nuestras vidas. La realización personal puede llegarnos de la mano del trabajo, nuestras amistades, la expresión artística, etc. Hay quienes creen que la pareja no pertenece a esa “lista de prioridades”, sino que más bien es una suerte de copiloto/a en la aventura de intentar cumplirlas.

El cine y la literatura están llenos de historias en las que la trama principal es la historia de amor. Y el tan esperado “final feliz” suele estar asociado a que la pareja termine junta y todo gira en torno a esa unión. Crecimos pensando que lo que “nos completa” es encontrar “al príncipe azul”. Más elegante, más rockero, artista o empresario, hombre o mujer, a la gran mayoría en algún momento de nuestras vidas nos pasó de perseguir ese ideal. Pero, ¿y después? Si se va o se nos va el amor, ¿cómo nos sentimos?

Poner a una persona en el lugar de prioridad, de centro, puede ser algo riesgoso. El otro muchas veces es un continente desconocido e imprevisible. Siempre está en movimiento, es libre y vive no para satisfacer nuestras expectativas, sino las propias. Eso es lo que lo vuelve tan fascinante. Por esa razón, pensar a nuestra pareja como una prioridad puede resultar una forma de enjaularla y, para nosotras, de quedar presas de un imposible o vivir algo frustradas.

Desarmar viejos mandatos

La licenciada en Psicología Alicia Bitton, especialista en terapia de parejas, recuerda a “Susanita”, el personaje de Quino que tenía como su aspiración principal en la vida casarse y tener hijos.

Actualmente, ¿es la prioridad para una mujer el casamiento y la maternidad?”, se pregunta la licenciada Bitton, y abre un espacio para reflexionar acerca de las prioridades: “A menudo, sentirse realizada es alcanzar un desarrollo personal. Por ejemplo, un trabajo en una empresa, una profesión que ames, viajar y conocer otras culturas…”

Cuando comenzamos a desandar viejos mandatos sociales y nos aventuramos a transitar el territorio de la experiencia propia, podemos encontrarnos con nuevas maneras de sentir y pensar el lugar de nuestra pareja en nuestro universo personal. Encontrar al príncipe azul o a la princesa ya no es la meta y el espacio que le queremos dar a la persona que elegimos para compartir los días se vuelve un lienzo en blanco lleno de posibilidades. “Creíamos en el príncipe azul que nos iba a rescatar y seríamos felices por siempre jamás. Pero ahora nos sentimos más fuertes y eso significa seguir nuestros deseos y hacernos cargo de nuestras decisiones”, advierte experta.

Buscar la validación adentro y no afuera

“Ponernos como prioridad en una pareja no tiene que ver con rechazar al otro, sino más bien con validarnos a nosotras mismas”, plantea Angeles González Vivo, counselor especialista en terapia somática y profesora de Yoga. Y agrega: “Sea cual sea nuestro estado civil y familiar, es esencial para nuestro bienestar (y así también para el del vínculo) darnos momentos personales para hacer aquello que nos nutre. A veces, será concretar un viaje con amigas y, otras, acostarnos 5 minutos en el piso en postura de savasana (postura de Yoga) sin que nadie nos interrumpa”.

El espacio de escucha y validación personal es un ejercicio cotidiano que nutre nuestra pareja. Estar en contacto con nuestros deseos nos permite estar más plenas en la relación, ir al encuentro del otro desde la elección y no desde la necesidad de que nos haga feliz.

 

Muchas de las propuestas que comparte Angeles González Vivo en su cuenta @calma.cuerpo apuntan a reconocer qué es lo que hoy nos hace bien, qué actividad o espacio nos llena, recarga, e incluso lleva a un estado de flow (donde sentimos que el tiempo vuela).

Tanto al principio de la relación, cuando nos cuesta dejar de pensar en esa persona, o incluso al decidir convivir con nuestra pareja, puede suceder que nos sintamos un poco “invadidas”, “fuera de eje” por el otro, o que algo de ese espacio íntimo y propio se haya vuelto borroso. Para esos momentos, la especialista en terapia somática recomienda volver al cuerpo, escucharlo: “Nuestro cuerpo-ser nos hará saber cuándo nos está haciendo falta esa cuota de ‘hacer lo que me gusta sin mi pareja’ con una sensación de malestar, dolor o incluso un síntoma”.

“Por qué sí” a esta idea

Si estás repensando el lugar de tu pareja en tu vida y te acercaste a la idea de que quizás tu compañero/a no son el centro de tu vida con miedo o un poco de culpa, acá te dejamos algunas razones de por qué sí puede ser altamente positivo.

  • Fortalece tu independencia: tener actividades propias que te desafían por fuera de la relación de pareja te asegura tener tus espacios y momentos de creatividad y motivación. Vos misma podés validarte, nutrirte y divertirte sin que esto dependa exclusivamente de tu compañero/a.

  • Reduce la presión y la exigencia: cuando la pareja es “todo” en tu vida, suelen recaer sobre ella algunos roles que a la larga se vuelven insostenibles. Tu compañero/a no puede divertirte todo el tiempo, aconsejarte y sostenerte emocionalmente, ser tu coach espiritual, un/a gran amante y compañero/a de salidas culturales. Todo a la vez y los 365 días del año. Y está bien que sea así, porque si no, no sería real. Por eso, darles prioridad a otros vínculos o actividades descomprime y reduce esa presión de: “mi pareja me tiene que dar todo”.

  • Aumenta el interés: si cada integrante de la pareja tiene su universo de prioridades, probablemente apreciarán más el tiempo compartido, las charlas intercambiando sus experiencias y la alegría por los logros obtenidos. Novedades, nuevos temas de conversación y esa cálida sensación de caminar a la par, cada uno/a en dirección a su realización personal.

  • Quizás la pareja tiene más un rol de copiloto de ruta en el viaje hacia la realización personal y el eterno reorganizar de las prioridades en la vida, que ser el centro de las prioridades. Pensar a nuestra/o compañero/a como una persona con quien compartir al final del día las preocupaciones, reír, aflojar, volver a nuestro estado de calma. Un testigo amoroso de nuestra película cotidiana.

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