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¿Es segura el agua de la canilla? 1 de cada 3 argentinos consume arsénico sin saberlo

En Argentina, cerca de 17 millones de personas consumen agua con niveles de arsénico superiores a los recomendados. Invisible e insípido, este contaminante pone en riesgo la salud y exige respuestas urgentes, sostenibles y descentralizadas. Un análisis de Pablo Martelli, director General de Hidrolit.


¿Es segura el agua de la canilla? 1 de cada 3 argentinos consume arsénico sin saberlo

¿Es segura el agua de la canilla? 1 de cada 3 argentinos consume arsénico sin saberlo - Créditos: Getty



Millones de argentinos consumen agua contaminada sin saberlo. En muchas localidades, el líquido que llega a hogares, escuelas y centros de salud contiene niveles de arsénico que exceden los valores recomendados por organismos internacionales. A simple vista no tiene color, olor ni sabor, pero su riesgo es real.

Hablar del agua como un recurso natural disponible y seguro se ha vuelto, en muchas regiones, un privilegio cada vez más restringido. La abundancia aparente contrasta con una realidad compleja, marcada por una distribución desigual, problemas de infraestructura, contaminación —tanto natural como provocada por el ser humano— y una falta persistente de acceso seguro para millones de personas.

 

Uno de los desafíos menos visibilizados, pero más urgentes, es la presencia de arsénico en el agua subterránea. Se trata de un contaminante natural que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), representa un riesgo severo para la salud cuando se consume en niveles superiores a 0,01 mg/l, especialmente en poblaciones vulnerables. En muchas zonas del país, este límite se supera ampliamente.

Según un estudio del Programa de Medio Ambiente de la Universidad Nacional de Rosario (2024), cerca de 17 millones de personas en Argentina —es decir, uno de cada tres habitantes— consumen agua con niveles de arsénico superiores a los recomendados. La contaminación afecta a unas 12 provincias, entre ellas Buenos Aires, La Pampa y Catamarca, y tiene un origen mixto: procesos naturales como la erosión de rocas en los acuíferos, y actividades humanas como la minería o el uso intensivo de agroquímicos. El arsénico, silencioso y persistente, se ha ido acumulando en las napas a lo largo de más de un siglo.

Frente a este panorama, herramientas como el Mapa Interactivo de Arsénico en Agua, desarrollado por el Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA), permiten dimensionar con claridad la magnitud del problema: localidad por localidad, con indicadores en rojo, amarillo y verde, muestran dónde el agua está fuera de los parámetros seguros. Este tipo de plataformas no solo generan conciencia, sino que también permiten tomar decisiones más informadas, orientar políticas públicas y planificar intervenciones urgentes y focalizadas.

Mapa del arsénico en Argentina

Mapa del arsénico en Argentina - Créditos: ITBA

 

La crisis hídrica global ya no es una amenaza del futuro: es una realidad del presente, y Argentina no está exenta. Pero esta situación también representa una oportunidad para repensar la gestión del agua desde una mirada más sustentable, equitativa y descentralizada. La innovación tecnológica, el fortalecimiento normativo y, sobre todo, la conciencia ciudadana, son claves para avanzar.

El acceso al agua segura no puede seguir siendo una promesa diferida. Es un derecho esencial que demanda no solo soluciones técnicas, sino también una mayor comprensión del problema por parte de los organismos involucrados. Capacitar a funcionarios y equipos técnicos sobre los riesgos del arsénico y las tecnologías disponibles para su remoción es un paso fundamental hacia una respuesta más ágil y equitativa.

Parte de esa respuesta incluye descentralizar el proceso de potabilización, permitiendo que hogares, escuelas y comunidades incorporen sistemas de tratamiento accesibles y efectivos. En zonas afectadas por arsénico, los sistemas de filtración diseñados para remover metales pesados representan una herramienta concreta para mejorar la calidad del agua directamente en el punto de consumo. Estas tecnologías no sustituyen las soluciones estructurales a largo plazo, pero ofrecen una vía eficaz y complementaria para reducir la exposición y proteger la salud de millones de personas.

El arsénico es invisible, pero sus consecuencias —si no actuamos— serán visibles, irreversibles y devastadoras. No existe una única solución ni llegará de forma inmediata. Sin embargo, el primer paso es claro: reconocer el problema, visibilizarlo y poner en marcha un nuevo paradigma donde el agua sea entendida como lo que es: un bien común, vital y urgente, que debe ser protegido colectivamente, pero también desde decisiones individuales informadas y sostenibles.

Por Pablo Martelli, director General de Hidrolit, gentileza para OHLALÁ!

Fuentes consultadas: 

OMS - World Health Organization. Guidelines for Drinking-water Quality, 4th Edition.
Universidad de Rosario (UNR) - Programa de Medio Ambiente – Arsénico en el Agua, la otra pandemia
Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA) - Mapa de Arsénico
Observatorio de Recursos Naturales y Agua – Fundación Vida Silvestre / BID / Secretaría de Ambiente - Situación del agua en Argentina 
Naciones Unidas (ONU) DDHH al Agua y al Saneamiento - Marco legal y derecho al agua 

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por Redacción OHLALÁ!


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