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Agustín Franzoni y Flor Jazmín Peña: cuando los videos íntimos se usan como amenaza y eso es sextorsión

El comentario de Agustín Franzoni en un programa de streaming vuelve a poner en agenda un problema creciente: la amenaza de difundir imágenes íntimas como forma de control y violencia hacia las mujeres.


Flor Jazmín Peña se sinceró y expresó su dolor por los dichos de Agustín Franzoni

Flor Jazmín Peña expresó su dolor por los dichos de Agustín Franzoni - Créditos: Captura de pantalla



El comentario de Agustín Franzoni en Circuito cerrado, de La Casa Streaming, no fue simplemente una frase desafortunada. Cuando dijo: “Tengo un par de videitos que no voy a borrar. ¿Tengo que borrar los videitos que tengo? … En un par de años quizás salen una fortuna”, puso sobre la mesa un problema cada vez más visible: el riesgo de sextorsión, que consiste en la amenaza o exigencia de imágenes, favores sexuales o dinero a cambio de no divulgar contenido íntimo.

La sextorsión no es un fenómeno aislado ni neutral: afecta de forma desproporcionada a mujeres y niñas, muchas veces perpetrada por personas cercanas (parejas o exparejas) o por alguien con ventaja de poder. Estudios y análisis regionales muestran que la sextorsión forma parte de una forma más amplia de violencia de género. En América Latina, una de cada cinco personas (Transparency International, 2019) reporta haber sufrido o conocido un caso de extorsión sexual en contextos de servicios públicos y otras instituciones, lo que evidencia su alcance.

Esta amenaza se apoya en asimetrías de poder —de género, jerárquicas, de visibilidad— o simplemente en el hecho de contar con información íntima sobre la otra persona, lo que coloca a quien la sufre en una posición de vulnerabilidad.

 

En octubre de 2023, Argentina sancionó la Ley Olimpia (Ley 27.736), que incorporó la violencia digital como modalidad reconocida dentro de la Ley 26.485 de Protección Integral contra la Violencia hacia las Mujeres. Esto significa que la difusión no consentida de imágenes íntimas, el hostigamiento digital y el chantaje sexual ya son considerados violencia de género, con posibilidad de medidas judiciales para proteger a la víctima, como ordenar la baja de contenido en plataformas o prohibir el contacto virtual del agresor.

En particular, respecto de lo sucedido en el programa, invito a reflexionar sobre lo que vimos en el juego de banderas: fueron las mujeres quienes, sin dudar, ante la pregunta “¿Guardarías videos de tus ex?” levantaron inmediatamente la bandera roja, mientras que los hombres, al levantar la bandera verde, validaron la situación sin cuestionarla. Esta complicidad masculina ante conductas que vulneran los derechos de las mujeres perpetúa una cultura de violencia y desprotección. Es fundamental que los hombres asuman un rol activo en la denuncia y erradicación de estas prácticas, cuestionando y rechazando comportamientos que normalizan la violencia.

 

La dinámica del programa evidenció una clara diferencia en la percepción sobre el consentimiento y la privacidad entre hombres y mujeres.

Por otro lado, muchas personas públicas olvidan el rol social que ocupan. En sus disculpas, Agustín dijo que lo sacaron de contexto, que quien lo conoce sabe que fue un chiste. Me pregunto qué tanto reconocimiento del impacto de sus palabras tiene. No estaba en su casa con amigos: estaba en una plataforma de streaming, donde miles de personas consumen el contenido.

El chiste que intercambiaron entre varones también es aleccionador: el mensaje que transmiten es que en 2025 se puede seguir corriendo la barrera de lo que es el consentimiento y la intimidad.

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