Newsletter
Newsletter

"Casa con pileta": la primera novela de Patricia Salinas sobre maternidad, identidad y memoria

La autora argentina entrelaza una búsqueda personal con la historia reciente del país en un relato que conmueve y abre preguntas sobre el deseo y la identidad.


"Casa con pileta": la primera novela de Patricia Salinas sobre maternidad, identidad y memoria

"Casa con pileta": la primera novela de Patricia Salinas sobre maternidad, identidad y memoria - Créditos: Prensa Emecé



Cuando Patri se convierte en madre, descubre que es adoptada. La estabilidad de su vida se sacude, y la casa con pileta que acaba de comprar se convierte en el epicentro de un viaje inesperado: al lado, el excentro clandestino Pozo de Quilmes la confronta con la historia reciente de la Argentina. 

Con un estilo que mezcla lo poético y lo surreal, Patricia Salinas, psicóloga y socióloga, nos invita a explorar cómo la escritura puede ser un refugio y un camino hacia la propia identidad, recordándonos que las palabras también son memoria y resistencia.

- Casa con pileta es tu primera novela. ¿Qué te decidió a dar este paso hacia la ficción después de tu recorrido académico y profesional?

- Y agregaría familiar.  “Casa con Pileta” fue mi compañera durante varios años de escritura y de reescritura, ha sido un trabajo enorme que se ha iniciado hace doce.  Como buena madre retentiva que he sido, (mi hijo nació en la semana 42), siempre supe que en “Casa con pileta” había una fuerza de la que está hecha por la cual todavía lucho con la verdad: esa casa ya no es mía y tiene vida propia. Habitarla y transmitir sus mensajes fue para mí un viaje de mucha luz, es una criatura muy luminosa, por si misma. 

- La protagonista descubre que es adoptada cuando es madre. ¿Por qué elegiste ese cruce vital y potente entre maternidad e identidad?

- Creo que el postparto es un momento “bomba”. Desde la medicina, he escuchado que el término es de neogénesis y que por tanto también es peligroso. Pero, ¿qué seriamos sin el peligro? El postparto o la postcesárea o lo que  sea que atraviese la mujer que toma en responsabilidad una vida, es un momento de simbiosis sísmica: ya no somos más nosotras. En mi caso, me replegué lo más posible, a escribir y leer, y con mi hijo, y mi psicoanálisis. Por esa época también me encontré con la poeta Tamara Kamenzsain y fue mágico. 

El cruce que bien señalás creo que es la vida misma en carne viva, como solo la pueden conocer el lado femenino de la existencia. La luz de la vida entonces fue el escenario inicial del drama de esta novela. En relación a mí, la novela surgió en momentos en que se armaba mi identidad. Ahí empecé a escribir sobre ella.  

Casa con pileta (emecé)

Casa con pileta (emecé) es la primera novela de Patricia Salinas. - Créditos: Prensa emecé

- La casa con pileta del relato se ubica al lado del Pozo de Quilmes, un ex centro clandestino. En tal sentido, ¿cómo dialoga la historia personal de Patri, la protagonista, con la memoria de una sociedad que todavía busca a sus desaparecidos?

- Cuando me di cuenta de la dimensión de lo que significaba vivir al lado de un edificio de tortura y en consonancia con el nacimiento de mi hijo me vi en la necesidad de empezar a escribir esta historia. Describir que, por encima de la pileta asoma un edificio verde, algo que no lo noté cuando la compramos. Hasta ahí oficiaba la negación. Haber escrito esta novela me libera del oscurantismo de no haber hablado, que estoy segura me hubiera salido muy caro. Y me da por otro lado la satisfacción de ir contando por todos lados a las nuevas generaciones que aquí sí ha pasado algo.

La novela tiene su propio idioma: es hasta a veces gracioso, bizarro, surrealista, torcido, son palabras mágicas para erradicar el mal capital. Yo estoy acá en mi casa con pileta, sí, pero ¿qué pasa al lado? Escucho ruidos, ¿qué es ese edificio? Personalmente me parece horrible no meterme. En ese sentido soy bastante Alicia en el país de las maravillas, aunque trate de evitarlo.

- Como socióloga y psicóloga, ¿cómo ves el poder de la escritura —con historias ficticias o autorreferenciales— en la construcción de la identidad personal?

- Creo que no somos un cuerpo como se suele decir, sino que tenemos un cuerpo, y este cuerpo está hecho de palabras, de historias. Escribir es escribirse y el que desdeña las palabras desdeña una parte muy importante de sí. Fuimos recibidos por otros que nos alojaron con sus palabras, ellas son nuestra casa, pero lo cierto es que las casas se pueden demoler, construir o desaparecer. 

- ¿Creés que en la literatura se puede buscar una verdad que no siempre se alcanza en la vida real?

- Creo que la literatura es mágica, lo pensaba de nena ya, cuando estaba en casa rodeada de mis libros, y no me dejaban salir a jugar a la calle. Esa parte si es verdad, porque, al ser adoptada, mi madre tenía miedo que mis padres biológicos se arrepintieran. Todo eso, todo ese todo, acrecentó mi imaginación, y también me hizo amiga de los libros y las palabras.

 

- ¿Qué autores o lecturas fueron compañía o inspiración para escribir esta primera novela?

- Esta novela la empecé a escribir hace doce años. Me acompañaron Borges como siempre, Freud, Marx, Poe, Macedonio Fernández, y muchos buenos relatos de mujeres, los poemas de Tamara Kamenzsain, novelas de Delphine De Vigan, Laura Alcoba, Alejandra Pizarnik, toda su obra, también el tiempo que estudié con Laiseca.

- Venís de trabajar en violencia familiar, psicoanálisis y derechos humanos. ¿Cómo dialoga ese recorrido con tu escritura literaria?

- Mi recorrido institucional ha sido letal. Tengo una tolerancia muy baja a cualquier injusticia, algo en mí empieza a describir, y aniquila cualquier forma de violencia grupal. Estoy orgullosa de mi recorrido institucional. Los derechos humanos no son un asunto que tiene que ser un caso aparte, todos los días podemos defenderlos desde nuestro lugar. O arrollarlos. Si no es con corazón, no trabajo.

- ¿Qué esperás como devolución de alguna lectora mujer que quizás también atraviesa búsquedas de identidad, tras leer esta obra?

- Espero que encuentre en mi lectura algo de la magia que yo encontré leyendo a otros. Que confié en que hay un camino, es el que hará ella. Nadie puede hacerlo por ella. Aunque quieran cuidarla y le ofrezcan de todo, nada hay como lo que se consigue una sola a fuerza de abrirse paso a palabra viva. Creo que mi mamá que era docente me marcó mucho con la versión sarmientina, que tomé para donde quise (como casi todo) de con la espada con la pluma y la palabra. Tenemos una gran arma ahí. Solo hay que tomarla. Y ser responsables por ella. Eso también enseña el psicoanálisis.

- ¿Ya pensás en un próximo proyecto literario?

- Antes de que saliera este libro fue tanto el estupor en mí, por dejar ir Casa con pileta que pensé ¡cómo voy a escribir así y con semejante editorial con este alcance! La verdad es que además de agradecida por los que creyeron en mí, agradezco a la conciencia que en ese momento de desconcierto me hizo ver que publicar no es más que una consecuencia de hacer lo que hago desde que tengo memoria: escribir. Tengo varios esbozos de otras cosas, lo que no sé nunca es si son la misma cosa, o se unirán. Tengo bastante escrito con dos ejes temáticos. Lo cierto es que Casa con pileta parece tener la fuerza suficiente para andar sola, así que yo ya estoy nuevamente quizás en el postparto con la sensibilidad a flor de piel, pensando en esas historias nuevas, ensoñándome otra vez. No puedo estar un día sin escribir. 

Por Andrea Albertano, gentileza para OHLALÁ! @andreaalbertano

¡Compartilo!

En esta nota:

SEGUIR LEYENDO

Andrés Pescuno habla de Cécile: amor, duelo y el poder de la escritura

Andrés Pescuno habla de Cécile: amor, duelo y el poder de la escritura


por Verónica Dema


 RSS

NOSOTROS

DESCUBRÍ

Términos y Condiciones


¿Cómo anunciar?


Preguntas frecuentes

Copyright 2025 SA LA NACION


Todos los derechos reservados.

QR de AFIP