
Elsa Drucaroff y “La familia de las cosas”: cuentos donde los objetos hablan de nosotros
La escritora presenta su nuevo libro de cuentos, "La familia de las cosas", donde objetos cotidianos son portadores de emociones y relatos que las personas no siempre logran expresar.
2 de octubre de 2025 • 10:50

Elsa Drucaroff y “La familia de las cosas”: cuentos donde los objetos hablan de nosotros - Créditos: Prensa
Elsa Drucaroff acaba de publicar La familia de las cosas (Interzona), un libro de cuentos que escribió sobre todo en pandemia, y que se nutre de objetos que encierran de algún modo una historia, un deseo, un miedo, que expresan algo que nosotros no podemos decir.
“En esos cuentos lo que pasa es que en el objeto está plasmado algo que las personas del cuento sienten de una manera muy poderosa, pero no pueden verbalizar o terminar de entender. Es a través del objeto, de la cosa, que lo entienden. Entonces, es eso: la relación entre nosotros y las cosas, las cosas más pequeñas, más tontas, más usuales”.
Tal como cuenta la escritora, docente y crítica literaria, el poema de Mary Oliver, "Gansos salvajes", fue vital en el origen de este libro.

Elsa Drucaroff presenta su nuevo libro de cuentos "La familia de las cosas". - Créditos: Prensa
- ¿Cómo se gestó La familia de las cosas?
- Los empecé en 2020 y después los trabajé. No es que estuve los cinco años dedicada solo a los cuentos. Los escribí fuertemente durante la pandemia. No solo los que hablan de la pandemia, que no son la mayor parte. Después los retrabajé, pulí, pero no es que estuve cinco años trabajando todo el tiempo.
- ¿En la pandemia encontraste un modo de inspiración?
- No diría que encontré una inspiración. Lo que encontré en la pandemia fue tiempo. Escribir lleva tiempo. Encontré concentración y la posibilidad serena de sentarme muchas horas a trabajar en mis cosas. Usé bastante ese tiempo para escribir. Escribí mucho. Escribí buena parte de El pasadizo secreto en pandemia (editorial Marea), un libro de casi 400 páginas que salió el año pasado, y escribí este libro de cuentos.
- Pensaba que no leí tanta literatura que refleje la pandemia, ¿qué creés que pasó?
- Creo que la gente no quiere acordarse de la pandemia. Pero yo no diría para nada que mi libro la refleje. Solo una parte, que es Las cosas hacia dentro, tiene algunos relatos, casi todos breves, casi microficciones o estampas de situación que hablan de la pandemia, pero son muy pocos. No creo que ahora empiecen a aparecer ficciones sobre la pandemia: creo que la gente no quiere pensarlo, hay una negación muy grande. La vez pasada leí un artículo de Carlos Gamerro, sumamente interesante, que plantea que hay más bien una renuncia a pensar la pandemia. De hecho, en el mundo editorial explican que los libros sobre la pandemia no se han vendido. La gente quiere actuar como si no hubiera existido.
Sobre la estructura "La familia de las cosas"
- ¿Cómo hiciste esa estructuración, esos grandes capítulos: Las cosas del desear, Las cosas hacia dentro, Las cosas en el tiempo?
- Eso fue posterior. El eje del libro eran las cosas, eso sí lo supe casi desde el comienzo. Apareció el primer cuento, "Paraguas", que hoy es también el primero del libro, y después otro que también tenía que ver con un objeto, creo que "Camisa".
La situación fue muy graciosa: yo practicaba yoga con un profesor que después se fue del país, Nahuel Sanguinetti. A veces, en el momento de la meditación final, cuando estábamos totalmente relajados, nos leía poemas por Zoom. Él es profesor de Letras, como yo, y le gusta mucho la poesía. Y leyó este poema de Mary Oliver, que es el epígrafe, y que termina diciendo: “para encontrar tu lugar en la familia de las cosas”. Cuando lo escuché tuve como una revelación: “Eso es lo que yo estoy escribiendo. Estoy escribiendo mi lugar en la familia de las cosas”.
Realmente me parece que la situación de encierro, de serenidad, de introspección a la que obligaba la falta de vida social, me fue conectando con eso: con el lugar entre las cosas.
- ¿Y cómo lo fuiste estructurando?
- Una vez que tuve todos los cuentos escritos y dije “hasta acá tengo los cuentos”, hice esta estructuración.
- Para mí la primera parte tiene un énfasis en cuestiones de pareja, del deseo, siempre con una mirada muy feminista; en la segunda, el encierro; y en la tercera, varias referencias a la dictadura. ¿Los pensaste así?
- "Las cosas en el tiempo" no lo pensé como algo ligado a la dictadura. Hay un cuento claramente, sí, "Papel"… después está "Top", pero no es solo sobre la dictadura: tiene un antes y un después. Lo pensé en relación con el paso del tiempo. La dictadura es una parte importante de mi propia vida, no la puedo evitar, entonces aparece. El cuento "Reloj", por ejemplo, donde una mujer va con su familia al campo, está totalmente centrado en el presente. El tiempo ahí es la urgencia de la vida que pasa mientras ella está encerrada en su mundo doméstico, criando a sus hijos. Al capítulo de "Las cosas del deseo" sí lo pensé en relación con lo erótico, lo sexual, el amor.

Elsa Drucaroff presenta su nuevo libro de cuentos "La familia de las cosas". - Créditos: Gentileza Héctor Piastri
- En todos los textos está la mirada feminista, en línea con otros tuyos, ficcionales y ensayísticos. ¿Te condicionó el contexto actual, de creciente violencia, para escribir sobre esto?
- Yo diferencio bastante la parte teórica de la creativa. Soy feminista desde mis veinte años, mucho antes de que se pusiera de moda. De eso habla El pasadizo secreto (editorial Marea), de cómo y por qué me hice feminista. Después, como crítica, estudié y pensé corrientes feministas, mis propias posiciones dentro de ellas y qué podía aportar el feminismo a la mirada crítica sobre la sociedad. Incluso publiqué un ensayo, Otro logos. Signos, discursos, política, que cruza feminismo con marxismo. Esa es la parte teórica.
Ahora, cuando hago literatura, hago algo que no tiene que ver con exponer ideas, sino con la imaginación, el arte, la creación. El feminismo está porque yo miro como feminista, como mujer, con mi edad y mi experiencia. No me lo puedo quitar para escribir. Como tampoco puedo quitarme que viví la dictadura en mi adolescencia. Al mismo tiempo, no me propongo escribir un cuento feminista. No puedo dejar de mirar así, pero intento que mis textos no bajen línea. Eso ya estaba en Checkpoint. En este libro la mirada me quedó más socarrona, burlona, un poco ácida, lo cual me divierte.
Sobre el contexto actual: es cierto que hay un retroceso en ciertas ideas que parecía que habíamos logrado consensuar. No diría que la violencia aumentó: nunca disminuyó. Lo que sí pasó es que se había perdido la legitimidad de ejercer violencia contra las mujeres, y ahora hay intentos de volver atrás. Sin embargo, también hay una respuesta social activa frente a eso. Mis cuentos hubieran sido los mismos. El arte no tiene muchas explicaciones: una imaginación plasma un mundo y se escribe.
- Pensando en la palabra “familia” en La familia de las cosas, ¿problematizás ese concepto?
- Me detuve en la palabra familia porque está en el poema de Mary Oliver (Gansos salvajes), que es el epígrafe del libro. Cuando lo escuché sentí esa palabra más como una Gestalt, una forma con cierta armonía de las cosas en el mundo, estableciendo un vínculo conmigo. Ese vínculo no tiene por qué ser transparente ni únicamente amoroso. También puede ser oscuro, molesto, perverso.
En "Las cosas del desear" hay un cuento, "Celular", donde el objeto transmite la locura, la psicopatía de una mujer con un vínculo perverso con su familia. Que nos vinculemos con los objetos no significa que las figuras resultantes sean amorosas: pueden ser torturantes, impresionantes, horribles.
- En "Las cosas hacia adentro" hay un cuento, "Libro", que menciona que ahí uno puede construir un mundo peligroso en el que ella y él estén a salvo...
- Claro, es el mundo de la ficción. Es Moby Dick, que construye un mundo lleno de aventuras y peligros, pero en el que una se sumerge y está a salvo. Eso tenía que ver con la experiencia de la pandemia, cuando la ficción ocupó tanto espacio. Yo también veía un montón de películas.
- Y está la literatura, de algún modo, salvándonos de la tragedia de la pandemia...
-Sí, claro. La literatura te ofrece un mundo donde vivís una historia que nunca vas a vivir en la realidad, y eso produce un placer enorme. Puede ser una forma de salvación frente a un mundo horrible en el que no querés estar. Tirarte adentro de una novela es como zambullirte en una pileta que te muestra otra cosa. Y además te hace pensar el mundo, pero de manera indirecta.
- ¿Qué ves que está pasando hoy con los jóvenes y la lectura?
- No me siento muy capaz de contestar porque los jóvenes con los que me relaciono en la Facultad de Filosofía y Letras sí leen. Lo que sí puedo decir es que el celular, con su llamado constante, con su hipercomunicación, atenta contra la lectura de libros.
Uno lee mucho en el celular: diarios, cuentos incluso. Pero no es lo mismo. Para leer un libro tengo que apagar el celular, tener voluntad y dominar la ansiedad. Es un atentado. Sí siento que hay una enorme esclavitud frente al celular y, en general, frente a la tecnología.
PARA AGENDAR: HOY
Este jueves 2 de octubre a las 18.30 en La Paz Arriba (Av Callao 1082) se presenta el libro de cuentos La familia de las cosas. Acompañarán a Elsa Drucraroff (@elsadrucaroff) Ana María Shua (@anamariashua), Eduardo Muslip (@emuslip) y Adriana Fernández (@adrianafernandez193).

Verónica Dema Editora de Actualidad en OHLALÁ! Licenciada en Ciencias de la Comunicación, Especialista en Prácticas Redaccionales. Tiene un Máster en Periodismo por LN/Universidad Torcuato Di Tella. Dedicada a temas de géneros, cultura y sociedad.
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