Día del Sommelier: 7 referentes jóvenes cuentan cómo ven hoy el mundo del vino argentino

Freddy, sommelier de Baja América en Núñez, es un apasionado del vino y de la gastronomía latinoamericana. Junto a su amigo y socio Antonio Bautista, chef ejecutivo, lleva adelante este restaurante inspirado en la riqueza culinaria de la región. La dupla, originaria de Veracruz, México, ya conquistó paladares porteños con proyectos como Ullúa, Lupe y Aurelia.

Para Freddy, el consumidor argentino actual prefiere vinos según su estilo y personalidad, en lugar de centrarse únicamente en la variedad o la región. “Hoy buscan un vino suave, ligero o quizás amaderado, lo que permite recomendar etiquetas de regiones diversas, incluso menos tradicionales como Buenos Aires o Córdoba”, explica.

Según él, esta evolución fue acelerada por la comunicación más cercana que realizan sommeliers y periodistas especializados. “Cuando llegué al país, era todo Malbec y Mendoza. Después, la gente comenzó a explorar el Valle de Uco y variedades como la criolla o vinos naranjos. Ahora el consumidor cambia rápido y constantemente, influenciado por redes sociales y nuevas formas de difusión”, agrega.

Finalmente, Freddy valora profundamente la posibilidad de crear maridajes especiales en Baja América. “Cada vino de nuestra carta está pensado cuidadosamente para acompañar los platos de Toño. Es un desafío sensorial divertido y constante, especialmente en nuestro menú por pasos, donde buscamos ofrecer al comensal una experiencia que lo sorprenda y emocione”, concluye.

Elena y Leonel forman el premiado equipo de sommeliers de Trescha, el restaurante de Tomás Treschanski que, en poco más de dos años, acumuló grandes reconocimientos, incluida una estrella Michelin confirmada recientemente. Elena, formada en la Escuela Argentina de Vinos y en CAVE, y Leonel, graduado del Instituto Argentino de Gastronomía (IAG), fueron galardonados con el premio Michelin Best Sommelier 2025, un enorme honor que corona su trabajo.

Para ambos, el vino argentino atraviesa un período de refinamiento, con consumidores que buscan expresiones más delicadas, menos pesadas, priorizando la esencia del terruño por encima del impacto de la madera. “La tendencia hoy son vinos blancos o tintos ligeros, que acompañen perfectamente propuestas gastronómicas más sutiles. Incluso el Malbec, cepa insignia argentina, ahora se presenta en versiones menos robustas, ideales para cualquier momento del día”, explican.

Respecto a sus vinos favoritos, Leonel destaca Piel Negra, un pinot noir de Bodega Bressia, “por su estructura y elegante uso de la madera”. Elena prefiere White Stones de Catena, un blanco equilibrado y expresivo, que envejece impecablemente, y en tintos elige Noemia Malbec, por su gran elegancia y balance.

Inés es una de las bartenders más destacadas del país y América Latina, con una trayectoria brillante en reconocidos proyectos como Gran Bar Danzón, Casa Cruz y Cochinchina. En los últimos años abrió espacios exitosos como Kōnā, junto a Narda Lepes, Costa junto al chef Pedro Bargero, y recientemente Kochi Japanese Bar en São Paulo, junto al chef japonés Makoto Okuwa. Además de su renombre en la coctelería, es sommelier y posee un talento especial para crear maridajes exquisitos.

Para ella, el vino argentino está en plena evolución hacia vinos naturales, poco intervenidos, menos alcohólicos y con menos protagonismo de la madera. “Es claro cómo crecieron categorías como naranjos, pet nat y rosados, reflejando un consumidor argentino más abierto y curioso”, afirma.

En Costa, su último proyecto porteño, ser sommelier implica unir lo mejor de la gastronomía y la noche: “Tenemos alrededor de 130 vinos seleccionados cuidadosamente para acompañar cada momento de la experiencia”, concluye.

Sol, Head Sommelier en Las Flores, es una de las voces jóvenes más influyentes del vino argentino, reconocida por su estilo fresco, didáctico y cercano, especialmente en redes sociales y medios. Actualmente conduce Damajuanas, un programa semanal en YouTube junto a Sofi Maglione.

Según Sol, el mundo del vino atraviesa un período de diversidad y redescubrimiento. "Hoy conviven vinos clásicos con etiquetas naturales o de baja intervención, y cada vez hay más proyectos en regiones como San Juan, Jujuy o Córdoba, con un fuerte compromiso ambiental. El consumidor actual busca emocionarse y conectar con lo que toma; ya no basta con decir 'esto es bueno', se necesita empatía y autenticidad", explica.

Para ella, el público argentino evolucionó notablemente hacia un consumo consciente: "Ya no busca 'el mejor vino', sino su vino, el que mejor refleja su gusto y momento. Las redes sociales democratizaron el acceso a recomendaciones e historias que acercaron el vino a mucha más gente".

Sobre su preferencia personal, Sol confiesa su debilidad por los tintos ligeros de acidez vibrante y blancos complejos, aunque admite con humor que es difícil elegir un solo favorito: "Depende del día, la compañía y el clima, pero una criolla tinta siempre es bienvenida".

En cuanto a su rol en Las Flores, asegura que ser sommelier hoy es ser "un puente entre el vino y la gente". Para ella significa comunicar sin solemnidad ni complicaciones: "El vino es cultura, pero ante todo es disfrute, y mi trabajo es hacerlo llegar a todos de manera simple y alegre".

Alfredo es sommelier en Mengano, uno de los restaurantes del chef Facundo Kelemen, donde crea cartas de vinos que resaltan la esencia argentina y acompañan perfectamente una propuesta gastronómica que reversiona los sabores clásicos de los bodegones porteños. Formado en CAVE y con experiencia previa en Aldo’s, Alfredo aporta su pasión y conocimiento a cada recomendación.

Según él, la tendencia actual del vino argentino está enfocada en prácticas más orgánicas y sustentables. “Hoy las bodegas priorizan el cuidado ambiental sin descuidar la calidad del vino”, explica. Esta evolución también impacta en la manera en que los consumidores eligen lo que toman: “Hace unos años, vender vinos naranjos o pet-nat era impensado; hoy, sin importar la edad, la gente busca probar nuevos estilos y productores”.

Al preguntarle por su vino preferido, Alfredo destaca especialmente los blancos: “Para mí una carta de vinos no está completa sin un buen semillón. Amo el Old Vines Semillón de Riccitelli, que es único por su complejidad y versatilidad. Y a nivel internacional, los riesling alemanes me parecen maravillosos”.

Lucas, reconocido sommelier, bartender y consultor gastronómico, es un verdadero apasionado por los vinos argentinos y los maridajes. Ha participado en prestigiosos proyectos porteños como Los Galgos, 878, Cochinchina y Kōnā, y hoy lidera la propuesta de vinos en Bordó, el nuevo restaurante de Facundo Kelemen, donde destaca etiquetas diversas y singulares.

Sobre las tendencias actuales, Lucas distingue dos realidades: por un lado, el consumo masivo, con vinos más frescos, menos pesados y fáciles de tomar, adaptados a un mercado que compite con vermut, gin tonics y cócteles listos para beber. Por otro, un consumo especializado, enfocado en regiones específicas, productores artesanales y cepas tradicionales revalorizadas. “Hoy vemos un interés renovado por zonas como el Valle de Uco o incluso el Este mendocino, que históricamente se asociaban más al volumen que a la calidad, pero ahora ofrecen vinos excepcionales con mucha identidad”, explica.

En cuanto a los consumidores argentinos, Lucas afirma que no existe un único perfil: “Hay cientos de miles de consumidores distintos, cada uno con gustos y hábitos propios, pero todos están experimentando un consumo más relajado, cotidiano y genuino. Hoy el vino argentino busca reflejar frescura, transparencia y una conexión más real con la vida diaria”.

Ser sommelier en Bordó representa para él un gran desafío y una constante búsqueda del maridaje perfecto: “La cocina de Facundo es profunda y compleja, lo que hace apasionante seleccionar vinos adecuados. Mi rol acá es encontrar armonía, explorar la diversidad del vino argentino y ofrecerle al comensal una experiencia memorable”, concluye.

Cami Torta, sommelier certificada (WSET3) y reconocida comunicadora del vino, se formó durante varios años en el grupo Anchoita, donde dirigió el equipo de su cava. Hoy vive en Mendoza y es Head Sommelier de Azafrán, el restaurante comandado por Sebastián Weigandt que obtuvo una estrella Michelin en ambas ediciones de la guía argentina.

Desde su visión, las bodegas argentinas hoy apuestan por vinos más frescos, fáciles de beber y adaptados al consumo diario. "Estamos viviendo una etapa en la que el vino argentino busca mayor frescura, menos alcohol y un estilo más accesible para todos los públicos", afirma.

Para Cami, el consumidor argentino también ha evolucionado notablemente en los últimos años. “Celebro que el vino haya dejado de verse como algo elitista. Ahora la gente está más abierta a probar vinos nuevos, dejarse llevar por recomendaciones y elegir según su gusto personal, buscando placer en lugar de estatus”, explica.

Respecto a su rol, Cami asegura que liderar la carta de bebidas en un restaurante Michelin es un enorme privilegio y una gran responsabilidad. "Azafrán es una ventana al mundo que muestra la diversidad del vino argentino. Mi trabajo es destacar etiquetas de productores reconocidos y, sobre todo, dar espacio a proyectos pequeños que necesitan visibilidad, en armonía con la propuesta gastronómica de Sebastián. Para mí, esto es un regalo", concluye.