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Criar con amor: la importancia de validar las emociones, según Jimena Le Bellot

¿Cómo validar las emociones de los niños y niñas? ¿Cómo desarrollar su inteligencia emocional desde una edad temprana? Conversamos con la pediatra e influencer, Jimena Le Bellot, sobre la importancia de criar con amor.


Para criar con amor es importante validar las emociones

Para criar con amor es importante validar las emociones



"Aprender a gestionar las emociones es parte de la crianza. Es importante darles lugar a esas emociones y dejarles saber a los chicos y chicas que las transitan junto con nosotros", escribe la pediatra e influencer Jimena Le Bellot, en su nuevo libro Criando con amor (Planeta). Y es que las emociones inciden en todos los seres humanos, tanto a nivel físico como a nivel psicológico. Si bien cada vez sabemos más de la relación cuerpo, mente, emociones, aún hay un largo camino por andar. Y esto se refuerza a la hora de criar a nuestros hijos e hijas.

Lo que primero que nos sale como madres o padres es querer que las emociones que vemos como "feas" o "negativas" paren, que no llore, que no se enoje, que no esté triste. Pero hay que saber que todas las emociones son válidas y taparlas solo genera problemas. "Hay mucho de restringir las emociones y no poder hablarlas, que después también impacta en la salud física y la salud emocional. Si yo le doy azúcar o una golosina cada vez que llora, después a futuro no está bueno", nos explica Le Bellot. Y esta es una de las partes más difíciles en la crianza, porque muchas veces, ni siquiera reconocemos nuestras propias emociones. 

Nuestra propia crianza

En los últimos años, el auge de la crianza respetuosa hizo que muchos la consideraran una moda. Pero la realidad es que, según datos la Organización Mundial de la Salud, 3 de cada 4 niños de entre 2 y 4 años (unos 300 millones) sufren con regularidad castigos corporales o violencia psicológica de la mano de padres o cuidadores. Y esto, muchas veces, se debe a que esos padres o madres también fueron criados así y no cuentan con otros recursos para gestionar sus propias emociones de otra manera. "A mí no se me ocurriría pegarle a mis hijas, pero veía que muchos alrededor sí. Por eso, empecé a divulgar este mensaje de que la violencia no es el camino, y empecé a buscar y compartir herramientas de crianza respetuosa", confiesa la pediatra. Por eso, comenzó hace cinco años con sus redes y luego cursos de crianza. 

Lo primero, entonces, es reconocer nuestras emociones y ser conscientes de lo que queremos modificar (y lo que no) de cómo nos criaron a nosotros. "El monstruo de los colores es un libro para niños. Siempre me sorprende cuando un adulto se lo lee a mi hija, porque cada uno lo va viviendo distinto. Por ejemplo, un amigo cuando llegaba al capítulo de la angustia, decía, 'No, esto es muy feo'. Y otra amiga, se pasaba horas en la página de la calma. Cada uno es distinto en cómo maneja sus emociones y eso va a ser distinto en cómo acompaña al niño o niña. Es como en el avión, trabajar en uno mismo primero para después poder ayudar a los niños y niñas. Por eso, escribí el libro. Para ayudar a que uno pueda estar mejor parado a la hora de acompañar a las infancias", cuenta. 

Herramientas para acompañar las emociones

"Quiero que mis hijos sean felices". Esta puede ser una de las frases más repetidas entre las familias. Sin embargo, lo primero que tenemos que saber para acompañarlos es que todas las emociones son válidas. Sí, aún las que nos disgustan o ponen tristes. Aunque no concuerden con las nuestras o nos parezcan que son exageradas o que "no vale la pena llorar por eso", debemos validar lo que están sintiendo en ese momento. Si son muy chiquitos, podemos nosotros poner en palabras: ¿"Te enojó que el amiguito te sacara el juguete?". De más grandes, podemos ayudarlos a identificar y nombrar sus emociones con libros, juegos, películas y hasta canciones. 

Además de validar, es muy importante hablar y explicar. Si establecemos un límite, decir por qué, qué les puede hacer mal. "Hay una confusión entre criar con respeto, amor, y no poner el límite. Pero no es así, se pueden poner límites con amor", explica Le Bellot y sigue: "La gente ve los límites como algo violento, pero la realidad es que los límites distan mucho de ser violentos. Los límites son amor. Si yo le explico explicando que si se sube a la mesa se puede golpear, se puede caer, lo estoy cuidando. Y los límites, puestos con amor y respeto (y no con un grito o un golpe) hacen que de a poco vayan aprendiendo". 

Por último, es clave tener en cuenta el contexto. A veces, un llanto o un berrinche está hablando de algo que hay detrás. "Todo lo que pasa por el niño pasa por el adulto. Y esto no es para generar culpas, sino para observar. A veces, un grito es que acaba de tener un hermanito y está angustiado y lo expresa de esta manera. En general cuesta mucho esta observación, este mirar realmente a nuestros hijos. Pero también a nosotros mismos, qué nos está pasando, muchas veces no nos damos cuenta. Por ejemplo, no se quiere quedar en el jardín, y cuando le preguntás al padre o la madre te dicen que les da desconfianza. Entonces, tenemos que mirarnos a nosotros y siempre tratar, con respeto y con amor, de decirlo de la manera que uno le salga. Y buscar ayuda para ayudarlos también es súper válido", afirma nuestra experta.

Criando con amor, de Jimena Le Bellot (@soymamaypediatra)

Criando con amor, de Jimena Le Bellot (@soymamaypediatra)

Criar con amor

Entonces, es muy importante validar las emociones, pero ¿qué hacemos con la conducta? Ahí marcamos el límite: "Está bien que estés enojado, pero no le podés pegar a tu hermana". Ahí está el fino límite entre la emoción y una conducta que no está tan buena. Y eso es ir hablando y validando esto de que las emociones están todas bien, pero las conductas que hagamos a partir de la emoción no están todas bien. La palabra es fundamental, así como tener herramientas sobre qué hacer con esas emociones luego. 

"Cambiando nuestra manera de criar hacia un camino más respetuoso, aunque cueste y de a poco, el día de mañana tendremos adultos y adultas más en contacto con sus emociones y cómo gestionarlas, y, ojalá, un mundo más feliz", concluye Le Bellot.

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