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El poder del silencio y la calma interior: 4 tipos de pausas que transforman

En un mundo que no se detiene, elegir la pausa es un acto de amor propio. La coach Mariela Álvarez Gelves explica cómo el silencio puede ser una puerta hacia la transformación personal.


Pausar para sanar: el poder del silencio y la calma interior

Pausar para sanar: el poder del silencio y la calma interior - Créditos: Getty



Vivimos en un mundo acelerado, donde la productividad parece ser la única medida de valor. Muchas veces sentimos que la vida nos empuja a hacer más, a responder más, a rendir más. Pero ¿qué pasa cuando elegimos parar? ¿Qué descubrimos cuando, en lugar de correr más rápido, nos damos permiso para detenernos y simplemente estar?

La coach Mariela Álvarez Gelves sostiene que “la pausa no es ausencia, sino presencia; detenerse es abrirse a un estado donde el ser encuentra equilibrio y unidad”. En ese silencio, explica, empieza un movimiento interno que transforma.

El silencio como llave hacia lo esencial

El silencio no es vacío, sino un suelo fértil donde germina lo verdadero. Allí la mente se calma, el cuerpo descansa y el espíritu se expande. En esa quietud, descubrimos una fuerza que no proviene del esfuerzo, sino de la integración con lo que somos.

Según Álvarez Gelves, “no todos los silencios son iguales; hay pausas que descansan, otras que vacían, otras que integran y otras que generan. Reconocerlas nos ayuda a entender en qué momento estamos y qué necesitamos para avanzar”.

Cuatro tipos de pausas que transforman

1. La pausa en piloto automático

Parar sin conciencia. Descansar, pero seguir cargados de ruido mental. Incluso las vacaciones pueden volverse este tipo de pausa superficial.

Riesgo: quedarnos en la inercia que no transforma.

2. La pausa del vacío

Suele llegar con un retiro o un corte profundo en la rutina. Vacía cuerpo, mente y hábitos.

Beneficio: resetear el sistema y abrir espacio a lo nuevo.

3. La pausa de integración

Llega después del vacío o de un proceso intenso. No es ausencia, sino contención: lo vivido encuentra lugar y sentido.

Beneficio: claridad, visión y dirección renovada.

4. La pausa creativa o generativa

La elegimos de manera activa: para escribir, caminar, meditar o crear. No se pierde el tiempo, se siembra.

Beneficio: expansión y conexión con la creación auténtica.

Las pausas como parte del ciclo vital

Las pausas no son momentos aislados: forman parte de un ciclo. Primero vaciamos, luego integramos, después generamos… y volvemos a empezar.
Cada una abre la oportunidad de repensarnos, recalibrarnos y diseñar los próximos pasos con más claridad y sentido.

Preguntas para reflexionar:

¿Cómo llegué hasta aquí?

¿Qué aprendí en este tiempo de pausa?

¿Qué estoy dispuesto/a a dejar atrás?

¿Cómo quiero vivir de aquí en adelante?

Aceptar este ciclo es reconocer que detenernos también es avanzar: nos devuelve dirección, energía y propósito.

Pausas elegidas vs. pausas impuestas

No todas las pausas llegan de la misma forma. Algunas las elegimos, otras nos las impone la vida.

Pausas elegidas: son un acto de conciencia, un gesto de amor propio que nos permite volver al eje antes del agotamiento.

Pausas impuestas: aparecen con una crisis, una enfermedad o una pérdida. Son duras, pero también reveladoras: muestran lo que ya no podíamos seguir sosteniendo.

“Ambas son oportunidades de transformación —explica Álvarez Gelves—. La diferencia está en cómo las transitamos: la pausa elegida nos conecta con la decisión; la impuesta, con la urgencia.”

El tiempo, materia prima de la pausa

No hace falta irse lejos ni tener días libres para detenerse. A veces, la pausa está en una respiración profunda, en unos minutos de silencio al amanecer o en la decisión consciente de apagar el ruido por un instante.

Preguntas clave:

¿Qué necesito para darme permiso de parar?

¿Para qué necesito hacerlo?

La intención de la pausa: sembrar expansión

Pausar no es un lujo ni una pérdida de tiempo: es una decisión consciente de abrir espacio para que lo nuevo tenga lugar.

Cuando paramos con intención, sembramos una forma distinta de habitar la vida:

Donde hay miedo, puede nacer el amor.

Donde hay desesperanza, puede florecer la fe.

Donde hay juicio, puede despertarse la compasión.

Donde hay ira, puede reinar la calma.

La expansión comienza cuando nos reconocemos como un todo y elegimos darle lugar al silencio como semilla de autoconocimiento.

Pregunta poderosa: ¿Para qué necesito pausar hoy?

Detenerse es un acto de valentía. En un mundo que aplaude la velocidad, elegir la pausa es recordarnos que también somos seres de calma, de silencio y de presencia.

Cada instante puede ser semilla de transformación si nos animamos a parar, escucharnos y sentirnos.

Se trata de vivir con más conciencia, más coherencia y más amor.

Siempre es tiempo de decidir hacernos bien.

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