Una propuesta que surge de distintas corrientes nutricionales
¿Existe una forma de aprovechar lo mejor de cada escuela nutricional sin dejar nada afuera del plato? Eso propone el flexitarianismo, una mezcla que busca combinar lo más sano, lo más rico y lo más fácil. La palabra, flexitarianismo, nació hace unos treinta años, pero recién ahora tiene mayor auge. Referencia a la flexibilidad en la elección de los alimentos y una fuerte predominancia del vegetarianismo en las opciones de consumo. Un flexitariano no suele consumir carnes, pero si la ocasión social o el simple placer lo requiere, lo hace sin problemas. No siente culpa, ni que está traspasando ninguna barrera por masticar una milanesa de ternera.
Ventajas del flexitarianismo
La ingesta esporádica de pescados y carnes aporta vitaminas que, si sos vegano, es posible tener una carencia.
Tiene efecto cardioprotector al ser pobre en grasas saturadas y rica en ácidos grasos omega 3.
Su aporte en fibra, antioxidantes, vitaminas y minerales ayuda a prevenir diferentes patologías crónicas.
Es una alimentación económica, ya que el reducido consumo de carnes achica los costos.
No genera sensación de culpa o infracción al no respetar estrictamente una lista de alimentos, ya sean permitidos o prohibidos.
Al evitar un exceso de productos cárnicos se elimina su relación con el aumento de colesterol, grasas saturadas, obesidad, hipertensión, aumento de enfermedades cardiovasculares y probabilidad de cáncer.
Es práctica, cuando se puede se elije, cuando no, se come lo que hay.
Es amigable con el medio ambiente al reducir el consumo de carnes y la huella de carbono que su producción conlleva.
Una gran ventaja social del flexitarianismo es que se adapta a cualquier encuentro
Muchos seguramente sean flexitarianos sin saberlo, otros lo pueden empezar a adoptar al descubrirlo, lo que parece seguro es que el flexitarianismo llegó para quedarse.
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