
Once femicidios en lo que va de octubre: de qué vale el derecho al trabajo si no tenemos garantizado el derecho a la vida
En los primeros días de octubre, once mujeres fueron asesinadas en Argentina. Cada femicidio vuelve a recordarnos que no hay desarrollo, igualdad ni justicia posible mientras el derecho a vivir siga siendo una deuda.
16 de octubre de 2025 • 10:50

Once femicidios en lo que va de octubre: de qué vale el derecho al trabajo si no tenemos garantizado el derecho a la vida - Créditos: Archivo LN
Cuando mi hija tenía cinco años, me preguntó cuántas nenas tenían que ser para ser nombradas como mujeres. Le llamaba la atención la poca representación en la televisión, la falta de deportistas mujeres, la escasez de un lenguaje que la nombrara. Creció viendo un mundo donde las mujeres parecíamos existir solo en los márgenes.
Con los años, empezó a notar otra cosa: cómo los hombres opinan sobre temas que nos atraviesan, cómo deciden, legislan y discuten sobre nuestros cuerpos, como si aún fueran suyos.
Y hoy, que ya no es una nena, me vuelve a preguntar: ¿por qué matan mujeres?
Desde que comenzó octubre, en Argentina se registraron once femicidios, ocho de ellos cometidos por parejas o exparejas. Once historias interrumpidas. Once vidas que podrían haberse salvado.
En Grow —género y trabajo— promovemos la equidad en el ámbito laboral, buscamos el desarrollo profesional de mujeres y diversidades, queremos que voces más diversas accedan a los espacios de decisión, que más personas puedan crecer en entornos libres de sesgos y de violencia. Pero se vuelve difícil hablar de desarrollo profesional cuando seguimos perdiendo compañeras en el camino. ¿De qué vale el derecho al trabajo, si no tenemos garantizado el derecho a la vida?
Primero tuvimos que conquistar el voto para tener voz. Después, acceder a la universidad, para ser legitimadas como ciudadanas plenas. Y recién ahí pudimos empezar a reclamar algo tan básico como vivir sin miedo. Hay algo profundamente enfermo en una sociedad que acomoda así sus prioridades.
Una sociedad que discute si la violencia de género existe, que pone en duda las denuncias antes de escuchar a las víctimas, que considera un gasto la inversión en políticas de prevención. Una sociedad en la que las denuncias, en 2025, bajaron no porque sean menos las situaciones de violencia, sino porque la frustración y el miedo de no ser escuchadas aumentó.
Cada vez que una mujer es asesinada, no solo se apaga una vida: nos quitan la posibilidad de imaginar futuros posibles, de construir espacios donde todas podamos estar. Cada vez que una mujer es asesinada, alguien debería hacerse responsable por no haber escuchado a tiempo.
Mi hija creció preguntando cuántas mujeres hacen falta para ser nombradas. Yo hoy me pregunto cuántas más tienen que morir para que nos escuchen.
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