
Laura Sbdar y una amistad que interpela: del afecto al desborde en la novela Hasta que brille
Con prosa poética y una mirada aguda sobre los vínculos, Laura Sbdar construye en Hasta que brille una historia íntima donde la amistad, el cuidado y el deseo se entrelazan en un escenario atravesado por la desigualdad social y los silencios.
19 de junio de 2025

Hasta que brille explora vínculos femeninos complejos con una prosa que abraza la poesía para narrar también la violencia, la desigualdad y la ternura. - Créditos: Gentileza
En Hasta que brille (Edhasa), la escritora y dramaturga Laura Sbdar nos invita a habitar una intimidad que se desborda por las costuras del lenguaje. Con una prosa poética y precisa, la autora construye un universo donde las relaciones se tejen desde el cuidado, la desigualdad y los vínculos que desafían las categorías.
Entre una casa de country y una amistad que roza el enamoramiento, su novela interpela tanto por lo que dice como por lo que calla. Hablamos con ella sobre el título, la estructura, los afectos, la clase, la escritura y esa tensión latente que atraviesa todo el texto.
–Hasta que brille, el título, me remitió a una orden que podría dar una “señora” a su empleada doméstica, pero no sé si es así o de dónde y cómo surgió el título. ¿Me contás?
– Sí, claro, está esa acepción que mencionás y, a la vez, el título no contiene al sujeto: qué o quién brillará. Una copa de cristal, unas cucharitas de plata, la mirada, la amistad. Tampoco sabemos si brillará. ¿Brillará? Qué es lo que tiene que suceder para que el brillo acontezca: limpiar, frotar, narrar, hablar hasta que brille la palabra, la voz, la escritura.
–¿Cómo te acompañó la dramaturga que hay en vos a la hora de imaginar y escribir esta novela tan visual?
– La dramaturgia y la narrativa son dos lenguajes que tengo mezclados como una niña nacida de padres que hablan dos idiomas diferentes. Los confundo, los hablo mal y al mismo tiempo guardo un grado de apego emocional muy fuerte con los dos. Si tuviera que separarlos diría que la operación que hago consiste en elegir a la dramaturgia como lengua madre a la hora de escribir narrativa y a la narrativa como lengua madre a la hora de escribir dramaturgia. Este procedimiento me permite asumir una dislocación que termina generando posibilidades que quizás el género en sí no propone.
–Sobre la amistad: ¿qué te interesó poner en juego en relación a este sentimiento? “La amistad es un músculo”, se lee entre algunas definiciones… El “te amo” o “…como si en el fondo nos esperara el altar”: ¿buscan una ambigüedad respecto del sentimiento entre ellas?
– Como decís, en la novela la amistad y el enamoramiento están muy cerca. Pero lo que me interesa al escribir es construir particularidades, acá lo que hay es un vínculo peculiar, el de estos dos personajes, el de Elsa y Lili. No busco generar definiciones universales, para eso está Aristóteles (risas). Desde la literatura lo que me interesa es la capacidad que tiene la palabra para construir un sentimiento. En este caso, no es ni amor ni amistad, sino eso que se lee entrelíneas, en la náusea verbal, en el silencio. La escritura tiene la capacidad de construir una emocionalidad que escapa al concepto.
–Sobre la cuestión de clase: las instrucciones, la discriminación en la atención médica, la poca consideración de las necesidades y puntos de vista de las empleadas domésticas, la relación con los guardias de seguridad, etc. ¿Cómo lograste tramarlas para potenciar la tensión narrativa de la novela? ¿Por qué optaste por un lenguaje poético para narrar las violencias que consigna la historia?
– Creo que la tensión narrativa está dada por el modo en que, como vos decís, se entraman estas situaciones de violencia. Y este modo está construido por el lenguaje que arma un ritmo y un punto de vista particular para cada situación. Por ejemplo, cuando Elsa narra su día de trabajo en la casa del country, las frases son cortas, precisas, sencillas y abundantes como las tareas que debe realizar. En cambio, cuando narra situaciones junto a Lili, las frases se vuelven pomposas, declarativas, epistolares. De alguna manera y a pesar de toda la violencia, la poesía nunca se retrae. Por lo contrario, en los momentos más crueles la poesía, excesiva, habla fuerte, no es que busque tapar la violencia como el niño que canta mientras sus padres discuten, sino que la melodía narrativa permite exacerbar la brutalidad. Como el perro que le ladra a la sirena de la ambulancia, la belleza aparece donde no es convocada.
– Me interesa pensar las familias y tu novela me recordó un verso de un poema de Fabián Casas que dice: “Parece una ley: todo lo que se pudre forma una familia”. ¿Qué reflexión hacés respecto de la familia de country, con esos dos chicos que se mencionan como el más grande y el más chico? ¿Qué se omite de las familias de ellas, las empleadas domésticas?
– Pensando en ese verso de Casas diría que en la familia de Hasta que brille hay un trabajo por ocultar lo que se pudre. De hecho hay todo un apartado donde esto está explicitado por la señora que explica cómo ordenar la heladera, cómo guardar los alimentos. La familia quizás está formada por eso que se pudre, pero lo que la constituye como tal es su capacidad para esconderlo.
– Para reflexionar desde el feminismo: las mujeres que pueden delegar el cuidado lo hacen porque otras mujeres asumen ese rol. ¿Qué se puede pensar de ese trabajo y del afecto? ¿Qué lugar tiene el “cuidar”? ¿Y el dejarse cuidar?
– El cuidado es un tema que aparece en la novela de distintas maneras: como trabajo, como deber, como necesidad, como deseo. Me interesaba poder abordar este tema en sus distintas aristas. Por supuesto en la novela queda evidenciado cómo las tareas de cuidado están a cargo de las mujeres y, en este caso, de mujeres con menos recursos económicos. Cómo la desigualdad de género está atravesada además por la desigualdad de clase. Pero también quería contrastar estas relaciones con otras formas de cuidado y alianzas que aparecen: el de las amigas que comparten puchos todos los días cuando sacan la basura a la noche, el de una amiga que peina y maquilla a otra antes de una entrevista de trabajo, el de una mujer que cuida a un niño como si fuera su hijo aunque no lo sea.
– El secreto en las relaciones, en este caso de amistad: ¿cómo es que puede unir tanto como herir?
– Te respondería con el título extraordinario de una película de Agustina Comedi: El silencio es un cuerpo que cae.
En esta nota:
SEGUIR LEYENDO


Los mejores 10 libros para regalarle a papá en su día
por Carola Birgin

Sergio Olguín habla de la novela más íntima de la saga de Verónica Rosenthal
por Verónica Dema

Volver a la empatía: un hombre escribe sobre violencia de género
por Andrea Albertano

De Oesterheld a Borges, la biblioteca digital gratuita para leer los clásicos
por Redacción OHLALÁ!
