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¿Cómo saber si soy una madre helicóptero?

¿Sabés lo que es una madre helicóptero? Descubrí la diferencia entre estar presente en la crianza y la hipervigilancia. 


¿Cómo saber si sos una mamá helicóptero?

¿Cómo saber si sos una mamá helicóptero? - Créditos: Getty



Otra vez un Whatsapp de la misma mami: “Hoy se armó en 3B”; “Les tocó hacer el acto del 9 de Julio, empecemos a pensar los trajes”; o “Varios nenes están diciendo muchas malas palabras, no voy a dar nombres pero hablen con sus hijos”. Al principio, leés su comportamiento con cierto eufemismo, hasta le agradecés su generosidad al compartir la información que tan amablemente le saca a su hija/o. Con el tiempo, notás que estos actos generan más conflictos que aportes. Esa mamá que sobrevuela constantemente sobre la infancia de niños propios y ajenos, es la mamá helicóptero. Muchas veces, sus historias son reales, mientras que otras tantas son suposiciones, porque si hay algo que no integra es la idea de que ella no está en todos lados. 

El punto es que, por ansiedad, por miedo o por historias pasadas, ponen la lupa en forma excesiva, para asegurarse el bienestar de sus hijos, más allá de lo posible y de lo lógico. La primera vez que se usó este término fue en 1969, en el contexto de un libro llamado Between Parent and Teenager (Entre padres y adolescentes), donde el psicólogo israelí Haim Ginott entrevistaba a adolescentes, intentando indagar en sus universos. Uno de los chicos acuñó esta expresión tratando de explicar cómo se sentía tener “algo” siempre sobrevolando sobre su cabeza (sus padres). Y quedó, se usó más adelante en los ´90, en el libro “Ser padres con amor y lógica”, para definir este estilo parental de la vigilancia constante, en el que se sale al rescate ante el mínimo conflicto. Pero hay una diferencia grande entre ser una mamá presente y contenedora, y ser una mamá helicóptero.

Presencia vs. hipervigilancia

“Una de las bases de una crianza respetuosa es que propicie la salud física y mental de los niños y niñas. Para eso, sin duda, es necesaria la presencia de una figura base a la cual puedan recurrir, que funcione como reguladora y estabilizadora emocional, hasta que aprendan a construir sus propios mecanismos de regulación”, explica Brenda Troccoli, en referencia a la figura de apego.

Sin embargo, es esperable y saludable que a medida que vayan creciendo, tengamos momentos de ausencia y que ellos puedan encontrar contención y apoyo en otras personas. 

En esa transición, es frecuente que los chicos tengan alguna dificultad para separarse de su mamá o su papá. Pero, ¿qué pasa cuando es mamá quien no los puede soltar? ¿Cuál es el límite entre la presencia y la hipervigilancia? “El límite se rompe cuando, en lugar de ser soporte para que los hijos avancen en sus conquistas personales, somos anclas. Nos da tanto miedo perder el control que los eclipsamos con nuestra sobreprotección y nuestro exceso de presencia”, señala Brenda Troccoli.

Las consecuencias son muy distintas: Cuando los soltás, de alguna manera les estás diciendo “vos podés” y “yo confío en vos”. En cambio, cuando buscás controlar cada detalle, el mensaje es: “No confío en vos, no sos suficiente, el mundo es peligroso”. Pero, ¿cómo darte cuenta? Brenda nos da algunas pautas:

¿Madre helicóptero? Madre abraza y besa a su hijo.

¿Madre helicóptero? cómo reconocer si estás avanzando sobre tu hijo. - Créditos: Getty

  • No dejás que conquisten habilidades básicas como cortar su comida o bañarse sin ayuda.

  • No los habilitás a que asuman pequeñas responsabilidades como preparar su mochila o poner en orden su cartuchera.

  • Si les pedís que duerman con vos, y les negás su propio espacio de descanso.

  • Cuando no permitís que tomen sus propias decisiones en cuestiones simples como qué ropa ponerse o qué personajes elegir para disfrazarse.

  • Si contestás por ellos cuando se les preguntan cosas básicas, aún con edades avanzadas.

  • Les decís cómo jugar y con quién: “con esta nena podés ser mejor amiga, pero con esta no”.  

Si te identificás con esto, y la frase que se te viene a la mente es “tengo miedo”, hay un trabajo interno que podés hacer, para evitar trasladarlo a la vida de tu hijo. Seguramente hayan hitos en tu historia relacionados con este patrón y la crianza de tus hijos te lo esté trayendo para poder sanarlo. 

Claves para estar presente sin ser invasiva:

  • Mostrate interesada en sus actividades. Cuando vuelva del cole o del club reservá unos minutos para conversar. 

  • Mantené la escucha activa. Si tu hijo es de los que les cuesta hablar, empezá vos y contale las cosas que te hayan pasado durante el día. 

  • Dale la oportunidad de crecer. Dejalo tomar riesgos acordes a su edad. Quedate cerca, pero no intervengas. Si te pide ayuda, podés mostrarle cómo lo haces y acompañarlo en la nueva habilidad.

  • Soltá el control. Tu hijo no es tu proyecto; es su propio proyecto. 

  • Permitirles SER por fuera de la mirada mapaterna impacta en su estima de manera positiva. 

  • No hay que apurar estos procesos, pero tampoco hay que prohibirlos o boicotearlos. Más bien se trata de acompañar sus posibilidades y sus temores, dejando por fuera los nuestros. 

Respetar sus tiempos para compartir información

Es importante tener en cuenta que en este afán de querer saberlo y controlarlo todo, estamos pasando por alto sus propios procesos. Cuando las madres tenemos información (tal vez por grupos de whatsApp) de situaciones que sucedieron en el colegio u otros ámbitos, en los cuales nuestros hijos están implicados, es muy importante no pasarlos por encima con esa primicia, y en cambio, esperarlos. Ellos necesitan procesar, elaborar y tener el deseo de compartir con nosotros estos escenarios en los cuales, técnicamente, estamos ausentes.

s muy frustrante para los chicos querer compartir algo y que se encuentren con un “ya lo sabía “ o que seamos nosotras quiénes iniciemos la conversación al estilo “Me contó un pajarito qué…”. Sucede también en el juego o la adquisición de nuevas habilidades como leer, un juego, un deporte o las matemáticas: “Nos adelantamos a las respuestas, les queremos enseñar todo, no los dejamos equivocarse y aprender del error”, dice Brenda Troccoli y asegura que esto nos vuelve personas poco confiables: “En edades donde empiezan a construir su intimidad y su deseo de autonomía, esto puede generar mucha controversia, y una dependencia marcada que luego, al crecer, genera rechazo hacia sí mismos y hacia el vínculo”.

Ojo con las redes sociales

Al ser un espacio compuesto por diversos adultos que sólo comparten un curso escolar, que carece de normas pre establecidas, debemos tener nuestras propias reglas para compartir y recibir información. Una de ellas podría ser proteger la intimidad de nuestros hijos. Son muchas las mamás que exponen a sus hijos a enviar videos o fotos con saludos de cumpleaños, incluso cuando no tienen ganas (e incluso cuando están en pijama).

También hay que aprender a proteger sus relatos, que con total confianza nos comparten en la intimidad del hogar. En las redes sociales, la “mamá helicóptero” tiende a etiquetar, clasificar y exponer a su hijo, porque lo considera una posesión. En estos grupos y en redes, la información corre muy rápido y que así de rápido también se nos puede ir de las manos.

Las sugerencias son:

  • Adoptá una postura respetuosa tanto en relación a tus hijos, como cuando recibís información de otros niños. Evitá compartirla con tus hijos -quienes no podrán guardar el secreto- y tal vez se generen dinámicas perturbadoras por el accionar incorrecto de un grupo de mujeres adultas. 

  • Limitate a hablar de aspectos educativos o información para el aula en los grupos del grado. 

  • Si existiera alguna situación vincular, siempre es conveniente hablarlo sólo con las personas implicadas y de manera personal. 

Experta consultada: Brenda Troccoli, coach especialista en crianza y parentalidad. Puericultora. 

 

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