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Pepita Sandwich publicó El arte de llorar: "Las lágrimas todavía son un tabú”
Pepita Sandwich, ilustradora de The New Yorker y The Washington Post, habla de su nuevo libro El arte de llorar. Ella es la creadora de textos e ilustraciones. Se trata de un ensayo que nos invita a dejar fluir nuestras lágrimas sin miedo.
25 de agosto de 2024
Pepita Sandwich publicó El arte de llorar: "Las lásgrimas todavía son un tabú” - Créditos: Gentileza Pepita Sandwich
Pepita Sandwich, ilustradora de The New Yorker y The Washington Post, acaba de publicar su nuevo libro: El arte de llorar (Lumen). En esta nota habla de su nuevo libro, este ensayo ilustrado que nos invita a dejar fluir nuestras lágrimas sin miedo. "Las lásgrimas todavía son un tabú”, nos dice.
Pepita nació en Buenos Aires y vivió en Palermo casi toda su vida hasta que ganó una beca para estudiar en Vermont, y dos años después, decidió mudarse a Nueva York, donde vive hoy. Su abuela la conectó con el mundo artístico y con las narrativas; Mafalda fue su gran escuela de humor, pero también de feminismo y de vida. Creció en una casa ruidosa –con cuatro hermanos varones– y el arte siempre fue su mejor refugio.
“Llorar en este mundo es un acto radical”, dice Pepita. Durante la pandemia, mientras estuvo encerrada en su departamentito en la Gran Manzana, puso el llanto en palabras... y en dibujos. Así se empezó a gestar El arte de llorar, un diario de llanto y un ensayo ilustrado. Un estudio sobre las lágrimas colorido pero íntimo a la vez, donde el cómic y la ilustración se funden en una narración visual exquisita.
Desde la neurociencia, la sociología, la historia y el arte, Pepita honra el acto de llorar y reivindica el poder sanador de las lágrimas para entender este fenómeno humano. “Somos la única especie que llora por emociones, pero las lágrimas siguen siendo algo tabú”, dice.
Ilustración de El arte de llorar, de Pepita Sandwich. - Créditos: Gentileza Pepita Sandwich
¿Cómo se empezó a gestar El arte de llorar?
Bueno, yo siempre lloré mucho: de chica lloraba por todo y no lo podía controlar. Pero sentía que si lloraba, la gente iba a pensar que era débil. Después de los dos años en Vermont, decidí quedarme en Nueva York para explorar un poco más lo que tenía que ver con el mercado del cómic en Estados Unidos. Me mudé el primer día de 2020. Me encontré sola en un departamento y empecé a llorar. Y tenía mi cuaderno cerca, entonces anoté: “Estoy llorando en un departamento vacío y la semana pasada lloré en un avión”. Dibujé esas escenas y las subí a Twitter.
Y ahí nació aquel diario de llanto...
Sí, y eso se convirtió, por un lado, en un hilo, y por otro, en un diario de llanto. Dos meses después, cerró todo y Nueva York fue el epicentro más grave de la pandemia. Fue entonces que me puse a investigar en qué momento de la evolución humana habíamos conectado las lágrimas con los sentimientos. Así descubrí que cuando los humanos se irguieron en dos patas, se achicaron las caderas. Por eso nacemos antes y muy vulnerables. El llanto evolucionó como un pedido de conexión y de ayuda para poder sobrevivir. Somos seres sociales, necesitamos a otras personas. Y en la pandemia, cuando no teníamos esa conexión con otras personas, yo sentía que mis lágrimas no tenían esa respuesta en nadie.
Ilustración de El arte de llorar, de Pepita Sandwich. - Créditos: Gentileza Pepita Sandwich
Pospandemia se empezó a hablar mucho de salud mental.
Descubrí que en distintas civilizaciones antiguas las lágrimas habían pasado por distintas etapas: desde ser muy placenteras en Grecia hasta tener un valor de rituales, un valor sagrado en la Antigua China. Me pregunté por qué hoy en día son tan tabú. Se relaciona el mundo de las emociones con lo femenino, con la debilidad. A través de años de patriarcado, de significar las lágrimas como algo débil y solo femenino, fuimos internalizando esto y, bueno, dejamos de llorar con libertad.
Este libro puede ser un espacio de liberación para muchos...
A raíz del libro, muchas personas me dicen: “Yo no lloro nunca, no sé llorar, no puedo llorar”. Desde chicos nos dicen: no llores, no pasa nada. Y cuando tenés ganas de llorar, sentís incomodidad o vergüenza. Mi idea con este libro es un poco aceptar esa vulnerabilidad y que todos podamos entender que no es una debilidad. La libertad de poder hundirnos en esa emoción y sentir todo lo que necesitemos es válida: significa que estamos vivos, que nos pasan cosas y que nos conectamos con otros.
Ilustración de El arte de llorar, de Pepita Sandwich. - Créditos: Gentileza Pepita Sandwich
En una entrevista dijiste que Nueva York es un “crying ground” por excelencia, ¿por qué?
Es un lugar muy energético, donde conviven todas las culturas del mundo. Es una comunidad increíble de personas diversas. Y las lágrimas son un lenguaje universal. Es un lenguaje visual, una señal activa de que algo está sucediendo. Nueva York tiene eso de que uno puede estar llorando en la calle y nadie te mira porque están pasando mil cosas al mismo tiempo, pero a la vez te sentís acompañada porque es una ciudad que se mueve al ritmo de las personas que la habitan. Mientras vos llorás, otra persona baila y otra está vestida con algo súper excéntrico, entonces no te sentís como sapo de otro pozo: te sentís parte de la humanidad toda.
¿Cómo se dio esto de publicar tus dibujos en los medios más importantes de Nueva York?
Yo siempre quise trabajar en The New Yorker, era como un sueño para mí, porque es la revista de los cómics por excelencia, y de los gags. Todo empezó en 2019, cuando estaba terminando mi máster, me contactaron de The Washington Post y con ellos empecé a trabajar en un suplemento feminista, hacía ensayos visuales que tenían que ver con experiencias propias llevadas a algo más universal. Escribí sobre congelamiento de óvulos, sobre meditación y ansiedad. Después de esa experiencia, en 2021 mandé mis primeros cómics a The New Yorker, me los aprobaron y quedé. Y en 2022 hice mi primer cómic para The New York Times. .
Ilustración de El arte de llorar, de Pepita Sandwich. - Créditos: Gentileza Pepita Sandwich