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Walter Riso y los 7 pilares del amor propio: la guía para fortalecer tu democracia emocional

Descubrí cómo los 7 pilares del amor propio de Walter Riso te ayudan a reconectarte contigo misma, poner límites, soltar lo que no te hace bien y vivir con más libertad emocional.


Walter Riso y los 7 pilares del amor propio: la guía para fortalecer tu democracia emocional

Walter Riso y los 7 pilares del amor propio: la guía para fortalecer tu democracia emocional - Créditos: Getty



En un mundo que exige productividad, perfección y rendimiento, amarse a una misma es un acto revolucionario. Para el psicólogo y escritor Walter Riso, cultivar el amor propio no es un lujo, sino una necesidad vital que deberían enseñarnos desde pequeños.

En su libro Los 7 pilares del amor propio, el autor desarrolla una hoja de ruta emocional que comienza con una premisa potente: tu valía no depende de lo que hagas ni de lo que los demás opinen de vos. En tiempos en los que parece importar más parecer que ser –y en los que likes y cantidad de seguidores pareciera definir cuánto valemos–, Riso propone recuperar el vínculo más importante de tu vida: el que tenés con vos misma.
A través de siete pilares tan simples como profundos, su propuesta invita a aprender a aceptarte, tratarte con amabilidad, saber poner límites, soltar lo que te hace mal y desafiar la mirada que tenés sobre quién sos. Un proceso de reconexión desde adentro hacia afuera. 

7 pilares del amor propio, según Walter Riso

1. ¿Qué es y qué no es amor propio? 

El primer paso para fortalecer tu amor propio es dejar de confundirlo con autoestima, narcisismo o egoísmo. Mientras que la autoestima depende de logros, aprobación o rendimiento, el amor propio es intrínseco: no necesitás hacer nada para merecerlo, no tenés que ganártelo. Es la valoración incondicional de quién sos, más allá de tus aciertos o errores. En una cultura que premia la competencia, el éxito y la validación externa, amar(te) sin condiciones suena disruptivo. Pero es clave para dejar de vivir atada a la mirada de los demás.

No se trata de ser perfecta ni de gustarte siempre, sino de saber que tu dignidad no se negocia. Como dice Riso, cuando te amás, tu valía personal ya no está en juego, incluso en el fracaso. Ese reconocimiento silencioso, que no busca aplauso, es el punto de partida de todo cambio verdadero. 

La próxima vez que algo no te salga como querías, registrá cómo te hablas y, si te estás criticando, cambiá el discurso a tiempo: “esto no me salió como esperaba, pero no me define”.  

2. Aceptación incondicional  

Aceptar quién sos, con luces y sombras, es el corazón del amor propio. Este pilar propone mirar(te) sin juicio y con honestidad. Aceptarte no significa que todo te encante, sino que dejás de pelearte con tu esencia, contra tu humanidad. No te castigás por no ser infalible, por sentir miedo, por equivocarte. Te sabés imperfecta y valiosa a la vez.

Aceptarse es reconocer lo que hay: lo que te gusta y lo que te duele, lo que te potencia y lo que necesitás transformar. Como punto de partida, no como resignación. Aceptar incondicionalmente tu existencia es un derecho: como los derechos humanos, no necesitás hacer nada para que te correspondan. Y esa aceptación –realista, profunda, sin adornos– es lo que te habilita a crecer sin violencia, a cambiar sin culpa y a quererte incluso cuando no sabés cómo hacerlo. 

Hacé una lista con tres cosas que no te gustan de vos y encontrales una mirada amorosa. “No me gustan mis piernas, pero gracias a ellas puedo hacer las caminatas que tanto disfruto”.  

3. Tratarte con amabilidad  

Muchas veces somos más amables con los demás que con nosotras mismas. ¿Cuánto tiempo hace que no te das un gusto sin justificarlo? ¿Que no te hablás con ternura después de equivocarte? Este pilar invita a cultivar un trato más amable con vos misma. A dejar de ser tu propia enemiga y convertirte en alguien que te acompaña. Tratarte bien no es un lujo: es una práctica diaria que moldea cómo pensás, cómo actuás y cómo te relacionás.

Riso insiste en que no hay que ser tacaña con una misma: merecés descanso, placer, disfrute. Podés regalarte un día sin culpa, una caminata sin destino, una cena sin compañía. El gesto no tiene que ser grande, pero sí sincero. El amor propio también se expresa en lo pequeño: en cómo te hablás cuando fallás, en cómo te cuidás cuando dolés, en cómo te tratás cuando nadie te ve. Es tratarte como tratarías a una amiga. ¿Le dirías a una persona a la que amás que no sirve para nada? Claramente no. Entonces, ¿por qué te lo dirías a vos misma? El amor empieza por vos.  

Celebrá tu existencia. ¿Por qué mimarte solo cuando es tu cumpleaños? Declará un día solo para vos. Sin deberes. Sin explicación. Solo para estar con vos. 

4. Aprender a marcar límites  

Poner límites no es construir muros, es levantar tu casa. Este pilar propone recuperar tu derecho a decir “no” sin justificarte cuando algo te hace mal, te incomoda o te corre del eje. Defender tu espacio, tus decisiones, tu tiempo. Muchas veces, el miedo al conflicto o al rechazo nos lleva a ceder, a complacer, a negociar con nosotras mismas. Pero cada “sí” forzado deja una huella. Aprender a marcar límites es una forma de autorrespeto.

Es priorizarte sin culpa, incluso si eso incomoda a otros. “Si cada vez que me baño mi pareja entra en crisis, ¿tendría que dejar de bañarme?”, ironiza Riso. Los vínculos sanos no se construyen desde la entrega total, sino desde la claridad. Y aunque incomode al principio, decir lo que necesitás, lo que no aceptás y hasta dónde llegás es uno de los actos más potentes de amor propio que podés ejercitar. Es elegirte sin dejar de cuidar, pero sabiendo que vos también contás. Marcar límites no es ser egoísta: es reconocer tu derecho a existir sin que otros invadan tu territorio emocional. 

La próxima vez que te inviten a un plan que no te da ganas, probá decir que no y registrá qué te pasa a vos con esa decisión.

5. Soltar los apegos  

A veces, lo más difícil no es saber qué querés, sino soltar lo que ya no te hace bien. Este pilar habla de los apegos: a la aprobación, a una relación que duele, a una idea fija sobre el éxito o la felicidad. Según Riso, el apego es adicción sin droga, y muchas veces perdemos el eje intentando sostener vínculos, hábitos o imágenes que ya no se alinean con lo que somos. La salida no está en dejar de sentir, sino en conectarte con tus valores. ¿Qué te importa de verdad? ¿Qué no estás dispuesta a negociar? Vivir desde tus valores –no desde lo que esperan de vos– te devuelve libertad y coherencia. Y aunque soltar duela, quedarte en lo que ya no vibra con vos puede ser aún más caro. 

¿Cuáles son tus innegociables? Hacé una lista y revisá si tus vínculos están alineados con esos valores.  

6. Reescribir tu narrativa personal 

Todas tenemos una historia. Pero no siempre está bien contada. Muchas veces, el relato que nos contamos a nosotras mismas está teñido de dolor, omisiones o etiquetas heredadas. “Nadie me quiso”, “siempre fracaso”, “nunca fui suficiente”. Este pilar invita a desafiar esa narrativa. A revisar tu historia con otra lente, sin negarla, pero tampoco exagerarla. Riso propone mirar los recuerdos con objetividad y compasión, para dejar de definirte por versiones parciales o distorsionadas.

Reescribir tu historia no es negar lo que viviste, es elegir contarlo de otra manera. Una forma más justa, más completa y más propia. Porque tal vez no fuiste tan invisible como creías. Quizás hubo amor, pero no lo viste. Tal vez solo nadie te enseñó a verte con amor. Y quizá ya no seas esa que se dejó definir por otros. Reescribir tu historia es recuperar la voz propia. 

Escribí una escena de tu vida que te marcó..., pero contala desde una mirada más amorosa. Leela en voz alta y guardala. 

7. Poner el amor propio en acción 

El último pilar es la puesta en práctica de todo lo anterior. No se trata solo de pensarte distinto, sino de vivirte distinto. No es una positividad forzada (“todo va a estar bien”), sino una conexión más profunda con lo real. Actuar en coherencia con esa nueva relación que construiste con vos. Elegir desde el deseo, no desde el miedo. Hablarte con respeto, priorizarte sin culpa, dejar de buscar validación en cada paso. Para Riso, el amor propio se fortalece cuando se ejerce, cuando se vuelve actitud, decisión, estilo de vida. No hace falta ser valiente todo el tiempo, pero sí auténtica. Porque el amor propio no se dice, se nota, y cuanto más lo ejercitás, menos espacio hay para lo que te daña. 

Hacé un balance personal y preguntate qué te falta para alcanzar el amor propio.  

“Más amor propio, menos depresión”, por Walter Riso

El amor propio es como la aceptación incondicional que vos hacés de vos como persona, teniendo en cuenta tu dignidad y tu autorrespeto. Es intrínseco, no te lo tenés que ganar. Es independiente de los resultados externos. Al principio es la autoconservación y después empieza a crecer, empieza a tomar forma humana, siempre te acompaña. Es la valoración que vos hacés de quién sos, tu valía personal, de manera intrínseca.

La autoestima, en cambio, depende del resultado exterior, es la valoración que hacés de vos misma, de acuerdo al rendimiento. Está condicionada al resultado. Si te va bien, tu autoestima sube, si te va mal, tu autoestima baja. Y por eso uno ve en la clínica que los pacientes nunca tienen una autoestima alta constante, fluctúa, sube y baja. Lo que hace el amor propio es romper esa dependencia con lo exterior y entender que no importa que fracases, que no llegues a la meta.

Te vas a sentir mal, obviamente, pero tu valía personal nunca está en juego y eso te hace muy poderosa, te da una fuerza increíble, porque entonces empezás a quererte, a cuidarte, a hacer un montón de cosas que te van a hacer sentir lo que es el resultado siguiente: más amor propio, menos depresión. Eso son investigaciones científicas de línea dura. Es un factor de inmunidad, para la ansiedad también, mejora las relaciones interpersonales, sube el sistema inmunológico, sirve para los problemas cardiovasculares.

Habría que educar desde chiquitos en eso. Siempre digo que en las escuelas debería haber materias obligatorias: Amor propio 1, 2, 3 y 4, correlativas y obligatorias. Porque hoy en día, el amor propio es visto como uno de los factores principales de la salud mental, no así la autoestima. ¿Cómo no enseñarlo de chicos? 

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por Redacción OHLALÁ!


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