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Ser mamá de dos: los mitos, mandatos y desafíos de la bimaternidad

La bimaternidad no repite fórmulas: trae nuevos desafíos, mandatos y emociones que transforman la experiencia materna y abren la posibilidad de habitarla con más verdad y menos exigencias.


Ser mamá de dos: los mitos, mandatos y desafíos de la bimaternidad

Ser mamá de dos: los mitos, mandatos y desafíos de la bimaternidad - Créditos: Getty



“Con el segundo todo es más fácil”. “Ya sabés cómo se hace”. “El amor se multiplica, no se divide”.

Seguramente estas frases suenan conocidas. Forman parte del repertorio de mitos con los que suele recibirse a la bimaternidad, ese momento en el que una mujer transita un segundo embarazo, puerperio y crianza.

La promesa implícita es de mayor seguridad, practicidad y disfrute. Pero la realidad suele ser mucho más ambivalente y compleja. Porque la bimaternidad no es una repetición mecánica de lo vivido con el primero: es un nuevo acontecimiento que impacta en otro cuerpo, en otro momento vital y en otra configuración familiar.

El cuerpo y sus marcas

Cada embarazo y cada puerperio son distintos. La vivencia corporal no solo se suma, también se transforma. El cansancio puede sentirse más intenso porque ya no hay reposo posible: hay un hijo/a mayor que demanda, necesita y convoca a ser sostenido/a. El cuerpo, que ya pasó por un primer embarazo, también trae sus huellas: cicatrices, cambios físicos, duelos por lo que no volvió a ser igual.

A veces, la expectativa de que “ya lo conocés” se choca con la sensación de estar atravesando algo completamente distinto. Y eso puede generar culpa: ¿no debería sentirme más segura, más tranquila?

El deseo y la ambivalencia

El deseo de un segundo hijo no siempre está tan nítido como el del primero. A veces está atravesado por mandatos externos (“para que no crezca solo”, “para completar la familia”, “porque después es tarde”) o por un guión social que sigue asociando plenitud materna a tener más de un hijo.

Esto no significa que no haya deseo, sino que convive con dudas, miedos y ambivalencias. Y esa ambivalencia, sentir amor, entusiasmo, cansancio y hasta rechazo en la misma experiencia, es absolutamente válida y forma parte de la experiencia.

La transformación de la identidad materna

Con la llegada de un segundo hijo no solo nace un bebé: también nace una nueva identidad materna que se reactualiza, porque ahora se trata de maternar a más de un hijo/a al mismo tiempo, en tiempos vitales diferentes.

El desafío no es solo repartir la atención y el amor, sino aceptar que no se puede ser “la misma” con cada uno. Eso puede doler: surgen culpas por no dar lo mismo o por sentir que la dedicación plena que tuvo el primero ya no es posible. Pero al mismo tiempo, aparecen nuevas fortalezas: más flexibilidad, más tolerancia a la incertidumbre, más capacidad de priorizar.

¿Cómo acompañarse en esta etapa?

La bimaternidad no es más fácil ni más difícil que la primera experiencia: es distinta. Y requiere también otros apoyos. Algunas claves que pueden ayudar:

  • Bajar la vara de la perfección. La comparación con el pasado (cómo lo hice con el primero) suele ser una trampa. Cada hijo y cada etapa traen sus propias dinámicas.
     
  • Dar lugar a la ambivalencia. Poder nombrar cansancio, enojo o culpa no te hace peor madre: te hace más real y más humana.
     
  • Cuidar los espacios de autocuidado. Aunque parezca imposible, encontrar pequeños momentos propios (un baño tranquila, una caminata corta, un café en silencio) puede marcar la diferencia.
     
  • Sostener la red. La pareja, la familia, las amistades: pedir ayuda no es signo de debilidad, sino responsabilidad y registro. La bimaternidad no se transita en soledad.
     
  • Aceptar la singularidad. No existe “la forma correcta” de ser mamá de dos. Lo importante es encontrar la manera que se ajuste a la historia, los tiempos y las necesidades de cada familia.

La bimaternidad no es la repetición de una fórmula, sino la apertura de un nuevo capítulo. Habitarla con menos exigencias y más verdad permite descubrir que no se trata de dar lo mismo a cada hijo, sino de estar presentes de maneras diferentes, posibles y amorosas.

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M. Agustina Capurro

M. Agustina Capurro Licenciada y Profesora en Psicología con Orientación Perinatal y Diplomada en Aspectos Psicosociales de la Reproducción Humana Asistida. IG: @psiagustinacapurro.


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